CAPÍTULO 1

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Mi cabeza está sofocada, mi vista borrosa con motas negras que me privan de ver con claridad. Perlas de sudor bajan por mi frente mientras relamo mis labios resecos y mi boca ansía con todo mi ser una gota de agua.

En la habitación se cierne la oscuridad a excepción por la bombilla que cuelga arriba de mi que tiene mi mente dando vueltas. Intento moverme pero un siseo de dolor brota de mis labios cuando la soga que ata a mis muñecas hizo más presión junto a las de mis tobillos.

—Uhm... ¿Dónde... dónde estoy? —mi voz sale débil, mi cabeza se tambaleaba de un lado a otro mientras mis ojos intentan adaptarse al lugar.

Una mano pesada, callosa y fuerte, se posa en mi hombro mientras mi cuerpo reacciona poniéndose en tensión.

Su presencia hace pesó sobre mi desde atrás. No podía moverme de la silla. Su aliento pega contra mi oreja al acercar su rostro al mío, la boca de mi estómago se revolvió con la presencia de quién sea que me haya hecho esto.

—¿Por... Por qué... —tragué intentando empapar mi boca— ¿Por qué esto aquí? ¿Quién eres?

Su risa profunda retumbo en toda la habitación poniendo mis pelos de punta.

—Tranquila, se nota que naciste para esto.

Una sensación amarga de alarma se activó por todo mi cuerpo mientras no entendía que pasaba.

"Qué..."

Me desperté con mi corazón desbocado retumbando en mi pecho con fuerza, posé mi mano sobre él mientras observaba a mi alrededor.

Estoy en casa.

Estoy en casa.

Un sonido chirriante se hizo presencia en mi habitación lo que me hizo dar un respingo por la sorpresa mientras agarraba el puente de mi nariz.

Vi a su dirección y... ¡7:40!

Aparte la sabana sobre mí y salí corriendo a alistarme.

Dios, mamá se volverá loca.

—¡Freya Rockefeller! ¡Baja ya si no quieres que vaya por ti! —el tremendo grito de mi madre llegó hasta mi con claridad a pesar de ella estar en la plata baja.

Me puse mi falda del uniforme junto la camisa y con la corbata en la mano y el chaleco puesto, bajé las escaleras de dos en dos.

—Ya estoy aquí, mamá, calma, ¿si? —le dije mientras un bostezo salia de mis labios y le daba una sonrisa inocente.

—¿Ves la hora que es? ¡Vas a llegar tarde, Freya! ¡¿Cuántas veces tengo que decirte que dejes de acostarte tarde?! —se cruzó de brazos mientras yo jugaba con mis dedos entrelazados.

—Eh... ¿Nunca más? —dije con una pequeña sonrisa.

Soltó un suspiró de resignación— Eso espero.

Se acercó y dio un pequeño beso en mi mejilla.

—Siéntate para que comas. Tu mochila está ahí —hizo un gesto con su cabeza hacía ella.

—No puedo sentarme. Voy a llegar tarde —devolví su beso, agarré mi mochila y una tostada que había preparado y me la lleve a la boca.

—Esta bien —aceptó—. No quiero más peleas jovencita. ¡¿A quedado claro?!

—No prometo nada —corté mientras abría la puerta. Pude escuchar su protesta pero ya había salido por completo dejándola con la palabra en la boca.

Mientras iba en el transcurso a clases mi mente mo dejaba de darle vueltas al sueño. Por alguna extraña razón, ese sueño había estado muy presente en mis sueños junto a otros, pero más que nada, ese era el que no desaparecía.

Sol Y Luna - Venganza Y Sangre ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora