Sol Y Luna - Venganza Y Sangre ✔️

CAPÍTULO 11

La vía se vuelve más oscura conforme nos adentramos más en el bosque. Tiene un toque escalofriante y puedo ver que afuera esta haciendo fuertes vientos.

Llegamos a un terreno enorme rodeado de arboles y Aaron apaga el auto. ¿Ya llegamos?

—¿Por qué paraste aquí, Aaron?

Empieza a ponerse el antifaz.

—Ponte el antifaz, Freya.

—Pero no hemos llegado —digo confundida.

—Pontelo y ya lo verás.

Frunso el ceño pero empiezo a hacer lo que me dice.

Me pongo el antifaz, cierro mis ojos mientras me lo pongo y cuando los vuelvo a abrir me quedo sorprendida con lo que mis ojos ven.

—¡No puede ser! ¿como...?

—Hechizaron el castillo para que solo pudieran verlo quienes llevaran el antifaz.

El castillo se alza en todo su esplendor muy imponente, jamás había visto cosa igual.

Aaron se baja y abre mi puerta para que salga.

Ahora que tengo el antifaz puedo ver que hay muchas personas a los alrededores vigilando y quienes van llegando.

Aaron le da las llaves del auto a un hombre y rápidamente se lo lleva al aparcamiento. Se acerca a mi, me agarra de la cintura para luego acercar su rostro y susurrarme al oído.

—Esta alerta, Freya, no te dejes engañar por esta gente, todos los que no rodean son Malditos.

—Nos estamos metiendo en la boca del lobo —digo.

—Créeme, es algo peor que eso, pero es nuestra oportunidad, quién sea que te haya invitado quiere que descubras algo, y no lo vamos a desaprovechar.

Asiento con la cabeza.

Entramos y hay hombres uniformados con trajes dorados y verdes que se cruzan al frente y al hombro con un símbolo de serpiente. Solo con verlo causa estragos en mí y tengo que apartar la mirada.

Subimos unos escalones para que después nos abran la doble puerta con el símbolo de dos serpientes entrelazadas.

Me quedo por segunda vez impresionada.

El salón es grandísimo, tiene ventanas de abajo hasta arriba permitiendo ver por completo hacia afuera, la luna esta en su máximo esplendor, sus pisos son de marfil y todo rebosa de luz, el techo tiene figuras de ángeles jugando entre si, todo es dorado y tiene gigantescos candelabros.

Aaron aun me tiene agarrada de mi cintura. Me susurra al oído.

—En este salón nunca pensarían que hubiera alguien que no fuera uno de ellos. Creo que me doy a entender, ¿no?

—Soy una de ellos —digo entendiendo lo que me quiere decir.

—Bien —dice simplemente.

Empieza a sonar música y las personas se ponen a bailar..

Aaron me jala del brazo y empieza a arrastrarme a la pista donde hay personas bailando sincronizadamente.

—¿¡Aaron qué haces!? ¡yo no sé bailar esto!

—Tranquila, yo te guió.

Vuelve a posar sus manos en mi cintura, mi respiración se corta, su mirada se posa en mi y me da una pequeña sonrisa junto con un apretón para empezar a pegar su cuerpo contra el mio.

—No te dejaré caer, puedes despreocuparte —dice.

—Lo sé — ¿de dónde ha salido eso? Nisiquiera lo pensé. (Tranquila, tu y yo sabemos que si sabes de donde ha salido.) Gruño dentro de mi.