CAPÍTULO 26

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El cosquilleo que me invadia de felicidad era como un torrente que abrazaba todo mi cuerpo. Había estado con Aaron y muy lejos de arrepentirme era todo lo contrario, el se había colado muy profundo en mí como para ignorar los sentimientos que me producía.

En mi pecho me embargaba una alegría, como si dentro de todas las cosas que han pasado en mi vida una de ellas se hubiera solucionado.

Después de estar juntos, antes de que amaneciera me había enviado devuelta a los calabozos con el guardía que había enviado por mí.

Pasamos toda la noche abrazados, fundiendonos el uno con el otro, sus brazos me creaban una paz y sentía que nadie podría romper eso.

El día había llegado, había llegado la hora de combatir uno contra uno, ya sólo quedaban diez mágicos con vida y yo sólo podía pensar en que me llevaría esto, tenía que buscar la manera de acercarme a Sminoff.

Nos encontramos los diez participantes en el campo, esperando que dijeran quién iba a competir contra quién.

Sminoff señaló al primero de la fila, y luego al último, dando por hecho como sería la sincronía en la que iríamos compitiendo.

Me alegré de no tener a Erick a mi ladoya que estaba al medio entre todos.

Le sonreí desde el otro lado que se encontraba y él me la devolvió.

En su rostro pude percibir la preocupación, aún no me olvidaba de él, tenía que hacer algo.

Empezaron a sacarnos los que aún no competíamos.

Confiada de a dónde iríamos, empecé mi camino normal, sin embargo, me sobresalté al sentir una mano sujetarme del brazo.

Un guardía me tomaba y unos pasos más adelante visualice a Erick en la misma posición.

—Sminoff los espera en las gradas junto con él.

Erick y yo nos miramos a los ojos y empezamos a seguir al guardia que nos llevaba hacía el lugar.

Atravesamos la puerta y cuando estuvimos tras la espalda de Sminoff sentado, mi daga aulló por ser sacada y rebanar su garganta.

Tuve que hacer todo de mí para poder controlarme.

Erick me tomó de la mano dándome un ligero apretón reconfortante y me sonrió.

Una mano de sopetón hizo que lo soltará y mi mirada voló hacía la persona a la que tenía un asco.

Veo que se ha recuperado rápido de la golpiza.

—Te sugiero que mantengas tus manos para tí y no toques lo que me pertenece.

—No te pertenezco, Antonio —me safe de su agarre—. Ve haciéndote a la idea.

Su mano volvió a agarrarme del brazo e hizo presión en este, clavando sus garras en mi piel.

Gruñi por el dolor y mi daga picó por sacarla.

—¿Recuerdas la amenaza que te hice? No me hagas cumplirla justo ahora y rebanar tu mano —le espeté.

Su gruñido experado me asustó por completo.

Empezó a jalarme hacía un pasillo oscuro, opuse fuerza para evitar que me llevará pero era imposible.

No quería cometer una locura, pero estaba sobrepasando mi límite.

Me metió dentro de una habitación junto con él y la tranco con su llave que guardó en su bolsillo.

Sus manos mostraron garras afiladas contra mí y no pude evitar dar un paso hacía atrás.

Tomé un florero y lo arrojé directo a su cara.

Sol Y Luna - Venganza Y Sangre ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora