CAPÍTULO 33: Final

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«¿Pero qué…?

«Él… ¿Él es el rey? ¿Me estuvo engañando todo este tiempo?»

«¡No, no, no! Él no podría… No después de entregarme a él de tal forma»

Pero lo que tengo ante mis ojos es algo completamente diferente.

Algo brillante con intensidad empieza a rodear su cabeza de un dorado profundo, como un oro fundido, cuando toma su forma por completo me doy cuenta que es una serpiente enrollando su cabeza. La luz que detona su corona, que lo define como el rey le da un toque más de poder, mi corazón se estruja y solo verlo me hace hervir de ira, sus mentiras, todos los secretos, me tienen harta, no aguanto más esto, y solo quiero dejar salir lo que tanto me pide a gritos. Lo quiero, lo quiere, quiere brotar de mí, y siento que cuando lo deje salir por completo no va haber retorno atrás, perderé el control como cuando mataron ante mí a Erick, y no me importará hacerlo está vez por otra razón.

Todos los presentes en la sala excluyendo a Sminoff y a mí se encuentran en un hoyo profundo de la inconsciencia pura, y estoy segura que la única razón por la que Aaron haría eso es para que nadie logré ver al gran rey supremo de los malditos.

Sminoff se encuentra unos pasos alejados de mí, su cuerpo tan tenso como le es posible, su rostro marcado por su mandíbula, reflejándose más blanco por lo que generalmente suele ser.

Aaron se encuentra a unos pasos alejados de nosotros, en ningún segundo su mirada se ha posado en mí y eso sólo incrementa mi furia hacía él.

Mi cuerpo y una parte de mi jodido cerebro en estos momentos me pide terminar con la tarea de deshacerme de Sminoff de una vez por todas, pero mi mirada se desvía de él con una furia reflejada en ellos para posarse en la persona que me ha engañado desde el momento uno de habernos conocido.

Sminoff mató a mi padre y dividió a mi familia, nunca me ha mentido, pero la persona a la que le entregué todo de mí, sí, y eso duele como la mierda.

Por eso cuando tomo la daga de mi cintura la lanzo directo a su pecho, no me duele ni me pega al corazón, este mal nacido me las pagará, me siento burlada y humillada de todas las formas.

Logra esquivarla con una facilidad que me hace gruñir y por fin sus ojos se desvían de Sminoff para dirigirse a mí.

«Maldito mentiroso»

—Tendrías que usar algo más que una daga para poder matarme.

Sus palabras son cortantes, secas, dirigidas hacía mí, sin ningúna expresión o emoción, pegan más profundo de lo que me imaginé.

—Me engañaste —gruño.

—Y lo volvería a hacer.

Mi cuerpo tiembla de la furia.

—Eres un jodido desgraciado, espero que te mueras.

—¡Oh, no!, Yo si fuera tú no desearía eso.

—No simplemente lo deseo, mi propia mano anhela ser quién te arrebaté la vida.

Por fin, una pequeña sonrisa de labios cerrados surca sus labios y me obligo a no dejarme doblegar por eso ni por su mirada intensa que penetra cada parte de mí.

—Hazlo.

—¿Qué?

—¿Quieres matarme? Hazlo.

Agarra la daga y la tira a mis pies, mi rostro se queda anonadado por lo que dice.

—Estás loco.

Se encoge de hombros.

—Solo te doy lo que quieres.

Sol Y Luna - Venganza Y Sangre ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora