CAPÍTULO 9

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Suave... mis manos están hundidas en algo suave... mi cabeza esta posada en ella igual, pero de mis caderas para abajo estoy posada sobre una superficie dura... puedo sentir la calidez del fuego llevándose todo rastro del frío en mi piel.

Sigo con mis ojos cerrados, huelo a tierra y a los pinos en ella, abro mis ojos muy lentamente, y se tarda unos segundos en enfocar completamente.

Árboles... estoy rodeada de árboles, hay una fogata a unos centímetros de mi.

Me acurruco aún más en la tan rica suavidad, mis ojos se posan en ella y me quedó sorprendida de que estoy recostada encima de un gigantesco Lobo. Recuerdo todo lo que ha pasado y me voy incorporando lentamente pero apenas hago un movimiento para levantarme el Lobo se mueve y me ve muy fijamente.

No es el mismo Lobo que apareció de la nada, este es otro. Me oberva por unos segundos más y ladea la cabeza, como esperando a que diga algo.

No es un Lobo normal, de eso me doy cuenta, quito mis ojos de él y los poso en el fuego, como esperando una señal de que no estoy aquí, que la verdad estoy soñando, pero no pasa nada de eso, a mi cabeza le rondan un sinfín de preguntas desde que me he despertado y ya no puedo aguantar más.

—¿Qué eres?

Poso mis ojos en él nuevamente y él aún tiene la mirada puesta en mí, me mira durante unos segundos más, se levanta y empieza a marcharse.

—¿Por qué estoy aquí? —Aún así, no se detiene hasta que desaparece por la oscuridad de los árboles. Pasan los minutos y aún nada que vuelve, me levanto dispuesta a ir por donde se fue pero escucho que se acerca alguien del otro lado, poso mi mirada en el lugar esperando que lo que sea que viene hacia aquí salga de una vez.

Empieza a salir de entre la oscuridad de los árboles y no me hace falta detallarlo más para saber que es Aaron, sube la mirada y el resplandor del fuego da en su rostro, mostrando todas sus facciones.

Nos quedamos así durante unos segundos que parecen eternos hasta que por fín rompe el silencio.

—¿Que haces de pie? Deberías estar recostada.

Me quedó ahí de pie sin hacer nada, quiero decir algo pero mi boca no parece estar de acuerdo porque por más que diga dentro de mi que diga lo que sea, mi boca se niega a pronunciar cualquier palabra.

Nos divide el fuego, en medio de la noche, en un bosque sabrá Dios en dónde.

—Te desmallaste, Freya, mejor recuestate.—Empieza a acercarse pero antes de que llegue hacía mí, mi boca por fín decide hacer acto de presencia.

—¿Por qué estoy aquí, Aaron?

Se detiene a unos pasos de mí, me mira directamente a los ojos para luego desviar la mirada y esbozar una sonrisa.

—Esa... no es la verdadera interrogante aquí mi querida Freya... la gran pregunta es... ¿Por qué sigues tú aquí?

Me quedo por completo de piedra, rígida en mi sitio, estoy apunto de abrir mi boca pero sigue hablando.

—Y no me vengas a decir que porqué ya estas involucrada en esto, esto va más allá de eso o de tu gran curiosidad.

Cierro mi boca presionandola muy fuerte ¿será una buena idea decirle la razón por la qué aún sigo aquí?.

Pienso en mentirle, me pongo firme antes de soltar las palabras de mis labios pero se me adelanta.

»No intentes jugar conmigo, Freya, no te conviene, quiero estar de tú lado, pero tampoco me gusta que me mientan en la cara, así que piensa mejor lo que va a salir de esos labios.

Sol Y Luna - Venganza Y Sangre ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora