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Para entrar en El Rapids, él país fundado por él, George, Sapnap y Karl, tenías que completar un ritual, drogándose.
Y bueno, ahora él se sentía bastante perdido. Solo sabía que los ojos de George estaban danzando en colores y que sus labios se veían lindos. Pensó en cómo se sentiría dejar que esa lengua lo dominara.
—¿Qué pasa, Quackity? —George también estaba bastante drogado. Quackity no sabía qué estaba pensando el mayor en ese estado de casi incapacidad mental.
—Solo quiero que me beses —dijo, arrastrando las palabras, pues sentía que todo en él iba de manera lenta. Su mano se deslizó hasta tomar la del chico de las gafas y fue sostenida por este.
Ni siquiera supo si quién lo besó fue George. Solo supo que cerró los ojos un buen rato y alguien posaba sus labios sobre los suyos. Tarareó satisfecho mientras le besaban y no abrió los ojos hasta que su mente dejó de dar tantas vueltas.
Cuando esto pasó, Sapnap estaba acostado muy cerca de él. ¿Sapnap lo había besado? No, no podía ser, el pelinegro estaba perdidamente enamorado de Karl... ¿y dónde estaba George?
Se levantó con cuidado, para no caer, pues aún estaba un poquito bajo los efectos de la droga, y se dispuso a buscar a George en su recién nombrado El Rapids.
Lo encontró dormido unos pasos más lejos de donde él y Sapnap habían estado y observó sus bellas facciones dormidas. Se agachó y dejó un pequeño beso en la mejilla del mayor, muy cerca de sus labios.
Luego se retiró a dónde estaba Sapnap, para despertarlo y comenzar con el nuevo día, después de haberse drogado.
