Hogwarts

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—Hogwarts AU

—Ravenclaw George/Slytherin Quackity

—Drabble

Era un hermoso día nevado, como una postal

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Era un hermoso día nevado, como una postal. El pueblo de Hogsmeade estaba lleno del bullicio de los estudiantes. Entre ellos, había una parejita en particular. Un chico con la bufanda de las águilas le daba la mano a uno más bajito con la bufanda de las serpientes.

—¡George, espera! Caminas muy rápido... —se quejó.

—¡No es mi culpa! Tus piernas son muy cortas.

—¿Yo? Tú eres un poste de luz...

—Ay, el amor —replicó una voz bastante conocida. Se trataba de Karl, un chico de Hufflepuff, que iba de la mano de su novio, Sapnap.

—¡Cállate, Karl! —gritó el menor, sacándole la lengua de forma súper madura.

Cuando la pareja desapareció, George y Quackity se dirigieron al salón de té de Madame Tudipie, un lugar donde las citas eran la cosa más cursi del mundo. Aquello había sido idea del Ravenclaw, pues Alex había estado reacio a ir a ese lugar, aunque había acabado convencido.

El lugar estaba excesivamente decorado de cosas rositas que le daban ganas de vomitar al menos, pero hizo su mejor sonrisa para tranquilizar a su novio.

Ordenaron un té y unas galletas. Esa parecía ser una buena idea de cita, hasta que como tres parejas a su alrededor se empezaron a besar.

—Agh, vámonos de aquí, George. —Se quejó Alex, mirando con asco y vergüenza a las parejitas besándose.

—Pero...

—George, esto me da náuseas —se quejó.

El más alto suspiró y fue a pagar mientras Alex se llevaba las galletas y el té, después de todo, lo habían pagado y era suyo. Salieron de ahí, una con una ligera tristeza, muy ligera, pues ahora su pareja se encontraba mejor.

—¿Qué te parece si mejor vamos a Las Tres Escobas? —preguntó Quackity con una sonrisa. —Yo invito, Gogy.

Llegaron y les costó encontrar una mesa libre, pues ese lugar siempre se llena, fueran o no vacaciones. La señora Rosmerta se encontraba en la barra, dándole bebidas a los meseros para que las llevaran.

—Qué ganas de cumplir la mayoría de edad y comprarme un whisky de fuego... —se quejó Alex, quién tendría que conformarse con una cerveza de mantequilla.

A pesar de todo eso, se divirtieron y fue una grandiosa cita. Cuando llegó la hora de irse, iban caminando hacia el castillo, cuando George sacó algo de su capa.

—Te guardé algo de whisky —los ojos de Alex brillaron y se lanzó a los brazos de su pareja.

—¡Ay, gracias, Gogy! ¡Te quiero mucho!

Le dio un beso en los labios que el mayor correspondió. Cuando se separaron, le dijo:

—Tómalo en tu sala común —le guiñó el ojo. Alex suspiró. Esa y muchas otras cosas hacían que George fuera el mejor novio del mundo.

𝐓𝐇𝐎𝐔𝐒𝐀𝐍𝐃 𝐖𝐎𝐑𝐃𝐒 | qnfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora