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Una de las cosas más desafortunadas que le puede pasar a un turista en Latinoamérica, es ser asaltado, porque aún incluso si eres del mismo país te asaltan.
Ésta es la historia de cómo George fue a conocer México, y terminó siendo asaltado.
George no sabía mucho de México. Lo único que sabía decir en español era “hola” y ya. No podían culparlo, era británico y nunca había tenido contacto con alguien de habla hispana.
Además, George no tenía la mejor suerte de todas, por lo que a los casi cinco minutos, se separó del grupo de turistas y se perdió en las calles de alguna ciudad de México.
Sin que él lo supiera, alguien ya tenía puestos los ojos en él. Y no de una manera romántica.
—¡Hey, tú! —se volteó, solo para encontrar a un chico más bajo que él, con gorra y lentes de sol—. ¡Cartera y celular, no te hagas el wey!
—What? [¿Qué?].
El asaltante sí que sabía hablar inglés y se rió.
—¡No mames! Un gringo, jajaja. Wallet and cell phone, this is an assault. [Cartera y celular, esto es un asalto].
George sí entendió eso y empezó a sacar las cosas que el mexicano pedía, muerto de miedo. ¡¿Por qué nadie le había dicho que lo iban a robar?!
—¡Órale! ¡Qué chido! —dijo el de los lentes de sol, mirando lo que había en su cartera, varias libras inglesas, con cara de la reina Isabel.
—Why are you stealing from me? [¿Por qué me estás robando?].
—Regla número uno, gringuito. No se platica con el que te robó. Dos, así es como uno se gana la vida.
Lo último que supo George del criminal, es que se guardó sus cosas en su bolsillo y se le acercó mucho.
—Pero si estás bien pinche hermoso. No homo, bro.
Y salió corriendo. George no entendió nada, pero por alguna razón muy estúpida, quería volver a ver al asaltante.
