10. Confesión

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«No es para mí», eso llevo diciéndome todo el resto de la semana, sobre todo en las noches cuando llegan las doce y como en el cuento de la Cenicienta, la magia se rompe. Aunque, en mi lugar, es mi corazón el que se quiebra en pedazos.

Es sábado, día libre, y lo pasaría divertido si tuviera mejor ánimo. Mañana domingo se supone que será la fiesta de cumpleaños de la madre de Adam, y dijo que le vería allí con su nueva novia. A veces no sé si peca de cruel o es realmente un insensible. Lo cierto es que no podría soportar verlo con otra mujer, así sea porque todo el tiempo le esté animando a que si la puede encontrar.

Me siento estúpida porque por un lado siempre le estoy animando, pero por el otro soy ese repuesto que busca cuando nada funciona. Quisiera decir que no me gusta esa posición, pero yo me puse allí, y creo que soy la que no se quiere quitar.

No iré.

Pienso en mi madre como dijo, pero ella y yo no tenemos la mejor relación, no, desde que sabe que me acuesto con Adam. Además, solo me reprocharía mi falta de voluntad y no quiero eso, porque si lo hago le estoy dando la razón y agotando mi esperanza. Sería tonto pensar que no la tengo.

Muy tonto, y, tal vez ya es hora de darme cuenta de ello y aceptar la realidad de esta enfermiza relación.

«Ya es hora», me repito largando un suspiro.

Ya es hora de dejarlo.

¿Pero por qué no puedo?

Mi teléfono suena espantándome. Lo tomo pensando que puede ser Cand para su plan de sábado; sin embargo, no es ella. Me quedo mirando la pantalla como si estuviera alucinando al ver el nombre de "Adam llamando". Quiero y no quiero contestar; pero al final soy una masoquista y lo hago.

―¡Elia! ―exclama al otro lado.

―Hola ―contesto colocando mi tono en neutro.

Hago acopio de toda mi voluntad para no parecer nerviosa y frustrada con lo que vaya a decir.

―¿Pasa algo?

―No lo sé, ¿para qué llamas?

―¿Estás enojada?

―Adam ―gruño.

―Vale, ¿puedes abrirme la puerta?

―¿Qué?

―Te estoy pidiendo que abras la puerta

―¿La puerta? ―pregunto cómo tonta.

―Sí, Elia, estoy en la puerta. Necesito hablar contigo ―dice y por un momento no sé cómo reaccionar, porque lo último que esperaba era que estuviera llamándome desde la puerta. Son las ocho de la mañana, y no es habitual―, Elia, abre estoy esperando ―agrega y su voz traspasa mi tímpano.

Dejo caer el teléfono sobre la cama y corro hasta la puerta. La abro con desesperación y él está allí. Solo. Mi boca se abre sin poder articular una palabra. Luce espléndido y elegante como siempre. Yo llevo camiseta y pantalones de pijama y debo verme horrible.

Adam sonríe y es como si con ese gesto agradable de repente hubiera iluminado con luces de neón mi apagado mundo.

―¿Qué haces aquí?

―¿No lo intuyes?

―¿Y ella dónde está? ―pregunto al tiempo que se me hace un nudo en la garganta por su respuesta, porque a lo mejor solo me estoy haciendo ilusiones.

―No funcionó.

―Adam...

―Y me he dado cuenta de que nunca funciona con nadie que no seas tú ―expone adentrándose y cerrando la puerta a su espalda. Se acerca hasta ponerse a centímetros de mí, hasta que su cara está cerca de la mía―. Sé que he sido muy injusto, pero ya he decidido que voy a quedarme contigo.

―¿Qué?

Mi cara de espanto debe parecerle extraña.

―Ya no quiero seguir buscando, lo que siempre he tenido de frente.

―Adam...

―Hablaré con mis padres y les contaré lo nuestro.

―¿Nuestro?

La verdad es que estoy anonadada, tanto que siento que respondo en automático mientras trato de procesarlo.

―Sí, nosotros. Lo he pensado mucho y he sido un tonto por no darte tu lugar.

―Yo...

En serio estoy abrumada.

―Puedes decir que no, si quieres, podría entenderlo porque he sido un imbécil.

―Sabes que no diría que no, pero no me gustaría que solo fuera para... el momento ―respondo reaccionando por fin.

―Estoy siendo sincero. Te quiero Elia ―dice y el corazón me estalla de felicidad. Su mano va a mi cadera rodeando mi cintura, pegándome a su cuerpo―, ¿tú también me quieres? ―pregunta y no tengo más respuesta para eso que no sea un .

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Quiéreme por favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora