Puedes entrar, puedes entrar.
Las palabras se repiten en mi cabeza porque en serio en que estoy pensando. Me siento rara, y no sé si es por el efecto de la exhibición, o es solo él, aun así, me siento nerviosa.
―Gracias ―dice despertándome de mi estupidez.
―Aquí dentro es un desastre, no suelo... recibir muchas visitas.
Cielos, tengo que dejar de portarme como una tonta a la que le visita un hombre por primera vez; sin embargo, pese a que no es mentira, las de Adam nunca se sintieron como tal, ya eran costumbres y hasta estoy extrañada que no las haya... echado de menos.
―Yo tampoco suelo hacer muchas visitas ―dice haciendo que ría un poco tonta.
Sin más dilaciones me hago a un lado disimulando la vergüenza que me da que vea mi desastre. La sala es pequeña, solo hay un sofá y eso es porque me lo regalaron entre Cand y Gav. Cuando decidí salir de casa de los padres de Adam, esto es lo mejor que pude pagar. No tenía mucha cosa, y ellos aparecieron con todo lo que hay, incluso la cama me la dio Gav, era la que usaba cuando vivía en su piso de universitario.
Ahora tiene algo más grande y creo que es lo que molesta a Cand, porque se lo ha conseguido Olivia, aunque tiene sentido si al final van a vivir juntos. Bledel ingresa y se acomoda allí poniendo las manos en sus rodillas mirando todo a su alrededor.
―No está mal, no sé por qué la vergüenza.
Cierro la puerta y me quedo de pie mirándole. Quiero botar los tacones, pero me contengo.
―A veces creo que usted no comprende ciertas cosas de una chica.
―Supongo que sí ―repone mostrando una pequeña sonrisa, y no sé por qué, pero cada vez le veo más bonito.
―Prepararé algo de comer, ¿le gustaría?
―Creo que esa es una de esas cosas que debería comprender. Tendría que ser yo quien le invite a comer.
―No es necesario, además, ha sido muy amable en llevarme y traerme.
―Son cosas que hace un caballero anticuado ―aduce sacándome una sonrisa.
―No hay problema para mí que sea atento, solo que él menú no será sofisticado ―advierto y me muevo hacia mi pequeña cocina antes que pueda replicar.
Dejo mi cartera a un lado y sin meditarlo más me quito los tacones ahora que no me ve, echándolos lejos, para sacar del refrigerador jamón, queso y lechuga que por suerte había comprado y es lo más práctico de preparar.
―Ya que no me deja invitarla, puedo ayudar ―dice a mi espalda, dándome un gran susto al darme cuenta de que está allí.
―No es necesario...
―Por favor ―casi ruega y me doy por vencida bien rápido.
Su presencia sin ninguna pretensión logra que no pueda negarme.
―Está bien, aunque no tiene mucha ciencia preparar sándwiches de jamón.
―Tal vez crea que no, pero a lo mejor la tiene ―comenta y yo sonrío de nuevo, y estoy por creer que la sencillez de Bledel, me sacan muchas de ellas.
Lo primero que él hace es quitarse la chaqueta, y llevarla hasta el respaldo del sofá para quedarse en su camisa blanca e impecable con su pajarita.
―¿Qué debo hacer? ―pregunta luego de volver a colocarse a mi lado y remangar los puños de su camisa mostrándome sus manos.
Son delicadas y bonitas, dedos largos y uñas más cuidadas que las mías.
―Puedes lavar la lechuga ―digo sin dejar de mirarlas.
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Quiéreme por favor
General FictionElia es una chica joven que estudia artes y trabaja como modelo artística para pagar sus gastos. Está enamorada de Adam; y sabe que es un amor no correspondido, algo que él le ha dejado claro; sin embargo, hay algo que los mantiene juntos y a ella l...