4. Bledel

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Me gustan las clases del profesor Bledel, y aunque es bastante estricto reconozco que al ser mucho más joven que la mayoría de los profesores, tiene que esforzarse para no verse tan inferior, y ganarse el respeto de sus estudiantes. Debe ser por eso que viste casi a la antigua y usa pajarita mostrando una apariencia un poco ambigua. Pienso que la edad no debería ser un problema, pero creo que no es alguien que le guste andar con camaraderías.

A Bledel se le conoce por ser bastante solitario. Casi que viene a la academia solo a dictar las clases que le corresponden; sin embargo, no le veo la rareza como algunos de sus colegas piensan, y estoy de acuerdo en que debes dedicarte a lo tuyo y nada más.

Su clase como siempre es bastante educativa. Aprender sobre la abstracción de la figura es algo que me atrae. Como modelo de artistas, algo que he aprendido es que cuando estoy en el pedestal de trabajo, dejo de ser yo para convertirme en el objeto de estudio de otros. Cada parte de mi cuerpo deja de funcionar (figurativamente) y me convierto en una línea referente de posturas y movimientos.

Son cosas que Adam no entiende puesto que su vida se maneja en un ambiente mucho más elitista y hasta superficial. Yo no sé si voy a poder vivir de esto toda la vida, pero lo que sí sé es que es algo que disfruto hacer.

El profesor da por terminada la clase y enseguida empiezo a recoger mi libreta de apuntes, los lápices y mi regla graduada para guardarlos y salir.

―¿Señorita, Campbell? ―el profesor llama mi atención y tengo que detenerme de lo que hago para mirarle.

Aprovecho para reparar en que le gusta usar mí mismo estilo de peinado de sacudida y secado al aire libre, porque su melena que le cae sobre la frente y la montura gruesa de sus lentes, siempre está revuelta. Y supongo que le llaman nerd por esas características bastante estereotípicas, aunque yo diría que en ese aspecto es algo descuidado.

―Sí, profesor ―contesto y él se acerca a donde estoy.

―La señorita French ya acabó su periodo de asistencia, espero que no le moleste la idea de suplir ese lugar para el siguiente trimestre ―me informa y la verdad es que me quedo un poco sorprendida.

―¿Me está pidiendo que sea su nueva asistente? ―pregunto y él casi que lanza un impaciente bufido.

―Es lo que he dicho ―replica como si creyera que le estoy poniendo trabas para mofarme de él.

―Bien, no hay problemas.

No debería de responder tan a la ligera, pero es algo a lo que no puedes decirle que no.

―De acuerdo, venga conmigo para entregarle su material de trabajo ―dice y seguido da la vuelta para que le acompañe hasta su oficina, así que tengo que apurarme y con las cosas en la mano ir tras él. Una vez entra, toma una carpeta y me la entrega―. Allí están los registros que debe llenar ―indica y tengo que tomarla rápido porque parece impaciente por deshacerse de ella.

Reviso un poco por encima lo que hay que hacer y la verdad no me anima mucho hacerme cargo de su asistencia. Además, ¿por qué hacer algo como eso en una escuela de arte?, no obstante, creo que por estas cosas es que le llaman nerd. Su método de estudio es un tanto escolarizado.

―Está bien, me ocuparé de ello ―digo sin poner pretextos.

Asistir a los profesores a veces tiene sus ventajas. También desventajas, pero no son tan malas si tienes tiempo libre.

―Será solo para mi clase, le enviaré la información a consignar a su correo electrónico, y el registro debe enviármelo el día antes a la misma dirección para tenerlo preparado para la clase.

―De acuerdo ―digo abrazando todo para que no se me caiga al piso.

―Muchas gracias por su ayuda, le aseguro que me sirve de mucho, además que saldrá beneficiada por qué sabrá los temas a desarrollar antes que los demás.

―No hay problema, pero ya veo por qué Natalie French se había ofrecido todo este tiempo.

―La señorita French hizo un excelente trabajo, pero no puedo monopolizarla por el resto del año; sin embargo, apóyese en ella si le queda alguna duda sobre el manejo.

―No dude que lo haré ―advierto, aunque en el fondo sé que Natalie French es igual de insociable que él.

Me guardo mis opiniones y me dispongo a salir de su oficina cuando él toma asiento tras su escritorio.

―¿Qué sucede? ―pregunta cuando me descubre mirándole; sin embargo, lo he hecho porque nunca había tenido la oportunidad de tratarle por tanto tiempo y que no fuera en clases.

―¿Puedo hacerle una pregunta? ―digo recordando lo de la tarjeta en mi casillero.

―¿Qué clase de pregunta?

―Es sobre Leroux, me preguntaba si alguna vez le ha conocido ―expongo mi cuestión y él se ladea mirándome con curiosidad.

―¿Conocerle?

―Sí, en persona. ¿Le ha visto?

―No ―responde tácito y con la expresión de alguien a quien le preguntan una tontería―, no es alguien que se deje ver en los círculos del arte, debería saberlo; pero reconozco que aun sin su presencia causan mucho revuelo sus anuncios de una nueva obra.

―¿Anuncio de nueva obra?

Eso llama mi atención.

―Sí, ¿no lo sabe?

―No... ―respondo con un deje de pena, porque algunas noticias importantes pasan por encima de mí y muchas veces no me doy cuenta.

―Bueno, su representante ha enviado un comunicado de prensa sobre lo que será el lanzamiento de su nueva obra que se estrenará el próximo otoño ―informa y un deje de esperanza ilumina mi rostro sobre si esa tarjeta en mi taquilla es cierta, luego me desinflo.

«No, no lo es», con más razón debe ser una broma, además, nunca se ha conocido de ninguna modelo que le haya servido para sus trabajos. Se dice que su inspiración nace de su propia magia creativa. Es única.

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Quiéreme por favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora