I

136 14 5
                                    

PARTE I:

“MEYTH”





Capítulo 1

     La primera noche en casa de mi abuelo, me encerré en la antigua habitación de mi padre y aguardé durante largas horas en el suelo, mirando las paredes con tapicería bizarra mientras la maleta atestada con mis cosas reposaba en la cama, abierta y mojando las sábanas.

Tenía los pensamientos revueltos, lágrimas agridulces acumuladas en los ojos ante los últimos acontecimientos que una vez más probaron mi falta de inmunidad ante palabras de odio.

Tenía el rostro enterrado entre las manos y concentrada en la absoluta nada cuando aquella niña apareció. No había rastro de sus padres y las personas que pasaban por nuestro lado con sus maletas parecían poco interesadas en nosotras dos.

Apenas y había dormido, y esa falta de sueño me empujó a reaccionar demasiado tarde ante la situación que se cernía sobre mí.

Una pequeña de ojos enormes que apenas y podía dar pasos sin tropezar con sus propios pies, me tendía la paleta de caramelo que antes había estado en su boca. Sentí mi cara contraerse ante el gesto, mas me levanté con cuidado y me agaché con ella y sus dedos ocupando el puesto de la paleta.

—¿Cómo te llamas, nena? —no era buena con los niños y en ese momento temí a que mi tono de voz no fuera lo suficientemente amigable para no espantarla. La sonrisa de inocencia que esbozó me dio a entender que no estaba asustada—. ¿Dónde están tus padres, eh, pequeña?

La niña parpadeó y siguió tendiéndome su paleta llena de babas.

Hasta entonces me percaté que estaba muy pequeña como para poder hablar, o que quizá el idioma que conocía era distinto al que utilizaba en ese momento para hablarle.

Volví a hablarle en los otros tres idiomas que conocía, mas la niña siguió con los dedos dentro de su boca y una expresión de pura alegría inocente.

Comencé a entrar en pánico, más consciente del paso del tiempo y de como las personas seguían pasando y nadie se nos acercaba. Ahí agachada estaba más preocupada en encontrar a sus padres a que pudieran identificar mi rostro.

Planeé llevarla en brazos hasta uno de los guardias que custodiaban las entradas al aeropuerto e incluso acercarme hasta las cabinas para que anunciaran la desaparición de la pequeña, pero un grito a mi derecha y una pareja atrapada en el terror de la situación, impidieron que llevara a cabo alguna de las dos opciones.

—Creo que ya encontré a tus padres —le dije, mas la nena me sonrió con calidez antes de golpearme suavemente la mejilla con la paleta. Arrugué la cara—. Voy a pasar esto por alto nada más porque tienes asuntos más importantes.

La nena asintió como si al fin pudiera comprender o tuviera capacidad para hacerlo, mas no pude seguir con ella cuando aquella pareja llena de pavor se aproximó a nosotras con un par de guardias tratando de calmarlos.

—¡Enna! —gritó la mujer con el rostro enrojecido por las lágrimas—. ¡Oh, mi bebé!

La mujer se agachó y tomó la pequeña en sus brazos, estrujándola en un abrazo que un cuerpo tan pequeño apenas y podía resistir, y se preocupó por llenarle la cara de besos cuando le nena le rodeó el cuello también.

JAEHEE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora