XIV

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Capítulo para cerrar el año 2023 (sé que no es el último día -aún- pero no me podía aguantar las ganas de que lo leyeran).

Espero que este año que viene sea mucho más amable con ustedes (y conmigo, porque qué año de mierda tuve).

En fin.

Espero poder leer sus reacciones en comentarios y que este capítulo sea de su total agrado (porque... ejem... me costó un poquitín escribirlo). Hay cosillas un tanto fuertes aquí. ATENTOS.

¡A leer!

;)

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Capítulo 14

Mucha gente sufría la maldición de verse incapaces de decir «no» a alguien; afortunadamente no era algo que me sucediera a mí con mucha frecuencia.

Tenía la maravillosa costumbre de ir por la vida negándome a cualquier ofrecimiento que entorpeciera el equilibrio de mi existencia, y mi padre, incluso alcoholizado, había sido capaz de intentar sobrepasar aquella barrera.

Por supuesto que no lo había conseguido, tenía cosas más importantes de las que hacerme cargo y las cuales no podía posponer porque hacerlo significaba sumarle días al castigo que se me era no poder aminorar al sufrimiento de mis amigos.

Más allá de perderme durante horas en un trabajo que por momentos me replanteaba la seguridad de mi futuro, recalculé mejor mis estrategias mientras tomaba un almuerzo solitario, con el portátil a centímetros de mi plato, abierto con la carpeta de propuestas que ojeaba de vez en cuando y el móvil encendido con el chat de Joe abierto.

Un recuerdo constante de que debía hacer las cosas bien por cada uno de ellos, tomar más allá del esfuerzo mínimo que había necesitado para presentarme en esa galería con sus presencias deambulando con total libertad.

Preferí entonces, tras terminar de comer, pedir algunas provisiones a domicilio para centrarme en mi propósito de esa tarde, y no continuar merodeando en el laberinto de mis pensamientos en lo que significaba Ángel Hein de nuevo apareciendo con un papel complicado de ignorar en la ecuación.

Me habría encantado pasarme horas frente al portátil investigando lo que había sido de él en todo ese año de ausencia —más allá de que se había dedicado a pintar cuadros, armar una colección espeluznante y cumplir con las respectivas responsabilidades que representaba ser el hijo del alcalde de Múnich— y algún resquicio del pasado que pudiera darme una ventaja que desde luego tarde o temprano obtendría. Pero en ese momento me resultó más relevante dedicarme enteramente en organizar una reunión de reconciliación donde la mayor parte del grupo estaría.

A Jasper prefería enfrentarlo teniendo la seguridad que el resto no se interpondría, porque por momentos me encontraba en una encrucijada que ponía el aprecio que les tenía por debajo de lo poco que me costaría olvidarme de ello si atisbaba un solo bache que quisiera interponerse en mi objetivo principal.

Joe había sido muy inteligente a no mantener mucho su reticencia.

Después de tomar una ducha que avivara mi decadente energía, volví al comedor y envié el mensaje pertinente.

Jae: Los quiero a los cuatro, a las cinco en punto, en mi apartamento. A todos. Cualquiera que aparezca después de esa hora, dejaré una rata muerta en sus buzones con la promesa de arruinarles la vida hasta el día de sus muertes.

JAEHEE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora