XI

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Capítulo 11


Joe llevaba un buen rato estrujándose los dedos sentado en la cama de mi hermano, en completo silencio, con los codos clavados en las rodillas y la mirada fija en sus zapatos. Tan cabizbajo y distraído que por momentos me preocupaba tener una estatua de mármol al frente.

Me disgustaba aquel silencio, sin el contacto visual que pudiera darme una idea de lo que me enfrentaba. Mirar a alguien fijamente sin musitar palabra alguna podría resultarle incómodo a mucha gente; pero a mí me aliviaba. A veces prefería aquel tipo de comunicación, era mucho más honesta.

—¿Puedes dejar tus manos quietas? Se supone que lo haces para controlar tus nervios, no para causármelos a mí.

—¿Te pongo nerviosa?

—Sí, y cuando lo estoy me provoca matar gente.

—¿A cuántos has matado ya?

—No lo sé, no me tomo el tiempo de contarlos. No es que me resulte muy divertido contabilizar cadáveres —cuando devolvió su atención, por fin, de nuevo a mis ojos, un aliento de alivio me recorrió el cuerpo. Sería estúpido e innecesario describir la manera en la que me sentía mirando los ojos a la gente, pero podría intentar asemejarlo con una sola palabra: control—. ¿Sabes algo Joe? Pese a que has mejorado con tu expresividad, sigues siendo el mismo indeseable de siempre.

—A Shay le agrado.

—Siempre le has agradado, por algo está contigo.

—No intentes voltear la situación, Jae —me recriminó—. Esto no se trata de mí o de Shannon; se trata de nuestros amigos, de Jasper principalmente.

Notó la tensión en mis hombros y frunció el ceño.

—¿Sabías que ha preferido alejarse de todos nosotros porque cada mínimo gesto o palabra le recuerda a ti?

Negué, con un nudo fastidioso en la garganta. Ya abarcábamos algo que habría preferido dejar para otro momento, cuando los cabrones que se metían con mi hermano en el Instituto no estuvieran paseándose por el patio con toda la confianza del mundo y mis amigas tratando de asimilar mi llegada detrás de ellos.

No encontraba nada en los ojos se Joe que pudiera darme chance para pedirle posponer la charla; con él en esos momentos, mis defensas no funcionaban correctamente. Sobretodo porque la frialdad de sus palabras me demostraban el ligero rencor que parecía tenerme.

—Parece que no estás lista para esta conversación —aseguró en voz baja—, pero no veo que vaya a servirte de mucho.

—Joe...

Traté de pedir un poco de tregua, pero negó con la cabeza, impidiéndomelo.

—No, Jae-Jae. No tienes idea de lo asqueroso que han sido estos meses, de estar presente para contemplar la decadencia de la persona más vivaz que he conocido. ¿Te haces una idea de lo horrible que es mirar como alguien que aprecias se desmorona y nada de lo que digas y hagas es suficiente para detenerlo? Ha sido un año de mierda, y no solo para mí. Para Konnor, para Ash y para Seth, sobretodo para Seth, que ahora está como un alma en pena aterrorizado en que Jasper pueda llegar a recaer por este bajón emocional que lo está consumiendo.

Me hacía una idea. Una muy clara idea de todo lo que me decía, porque había visto una parte de esa decadencia. Procuré no estar demasiado cerca para que ninguno lo notara, pero el tiempo que estuve en Múnich fue suficiente para tener en claro que había cometido un terrible error, y todos ellos lo estaban pagando.

JAEHEE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora