XII

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Por si Wattpad no te ha avisado, el capítulo 11 lo he subido el día de ayer (¡No pases a este sin haber leído el anterior y haberle dejado todo tus opiniones en comentarios!)

Y he subido este muy rápido porque me emocionan ciertas cosillas que se van a encontrar aquí.

¡DISFRÚTENLO Y COMENTEN!

;)

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Capítulo 12

Llegamos a Múnich poco antes del mediodía, con mi padre revoloteando a mi alrededor con una sonrisa de satisfacción al fijarse en el buen clima que hacía.

—Te dije que aquí hacía más calor.

Negué con la cabeza sin ánimos de debatir con él y lo seguí a la salida de la estación, donde ya se estaba poniendo al corriente con un taxista sobre las noticias más jugosas de la ciudad. El hombre de baja estatura, con camiseta de cuadros roja y una boina en la cabeza, le contaba todo con una sonrisa encantado. La noticia del momento era el evento del hijo del alcalde. Mi papá se mostró algo decepcionado cuando el hombre después de hablarle sobre algo difícil de ocultar, se dispuso a contarle sobre sus problemas matrimoniales.

—Pídele el divorcio y se te terminan los problemas.

—¡No le voy a pedir el divorcio a la mujer de mi vida! —decía el hombre horrorizado.

—¡Pero si acabas de decir que detestas que te reclame cuando sales con tus amigos y que no le des el dinero del mes pese a que ella también trabaja!

—¡Pues sí, pero eso no quita que sin esa mujer a mi lado, mi vida sería muy deprimente!

—Qué perdido estás, hombre.

Puse los ojos en blanco y me aclaré la garganta, llamando la atención de ambos. Mi padre me miró con una sonrisa de aparente inocencia y el taxista se apresuró a guardar nuestras maletas murmurando en voz baja que jamás dejaría a su mujer por mucho que estuviera arruinándole la vida.

—Consejos sabios, ¿eh? —murmuré, recordando las palabras de mamá.

—Oh, cállate.

—¿A que te dejo tirado?

—Mejor no te calles.

Me regaló una sonrisa como si fuera un ángel caído del cielo y subió al taxi después de que lo hiciera yo. Si no lo hubiera mirado significativamente, habría subido antes él olvidándose de mi existencia.

—¿A dónde los llevo? —preguntó el taxista, ganándose una mirada de reproche de mi padre.

—¿Cómo se llama el hotel en dónde nos vamos a quedar? —preguntó él inclinándose para mirar la pantalla de móvil, a ver si encontraba el nombre que pudiera darle el taxista para deshacerse de su compañía lo antes posible—. ¿Qué haces?

Perdió la paciencia después de unos segundos al no encontrarse con nada que le gustara. Solo estaba leyendo los mensajes de la persona que se encargaba del apartamento en mi ausencia.

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