Capítulo 9: Bebidas

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— ¡Acabamos por hoy! —anuncia el director y todos los trabajadores suspiramos cansados y agradecidos, por fin un día volveríamos temprano a casa.

Caminaba junto a Jade cuando mi teléfono suena en mi cartera. Lo tomo y veo quien llama. Espero a que todos suban al autobús que nos llevaría a la casa donde nos hospedábamos para responder.

— Hola Kail —digo en un tomo frío y le escucho suspirar.

— Amor, lo siento ¿vale? Sé que estuve mal y no tengo derecho a decirte que trabajo elegir, solo, no me gusta que pases tiempo con él.

Desvío la mirada hacia mis pies ante sus palabras.

— Sé cuanto sufriste y no me gustaría que esto trajera de nuevo ese dolor a ti, y, no lo expresé de la mejor manera, disculpa.

Yo asiento con la cabeza aunque sé que no puede verme.

— Lo sé Kail, no hay problema, yo no consideré tus sentimientos, y también tengo culpa de ello, pero es mi trabajo, ya lo comencé y lo terminaré —aseguro.

— Vale, no me opondré, nos vemos en unos días —dice y sonrío.

— Hasta dentro de unos días, te amo —Me despido.

— Te amo mucho más amor —cuelgo y guardo mi teléfono.

Kail y yo nunca hemos tenido problemas con mi oficio, principalmente porque las películas en las que suelo actuar son de acción, esta es la primera vez que acepto hacer una romántica, y mira el problema que me ha traído.

Subo al autobús y este se pone en marcha.

(...)

Estoy caminando por el patio trasero de aquella residencia en la que convivíamos el elenco principal.

— Vamos esposa, sabes que esto es un error —dice Camila al otro lado de la línea.

Yo acomodo mejor mi teléfono al oído mientras ruedo los ojos.

— En serio, ¿cada vez que hable con alguna de ustedes va a salir el mismo tema de conversación?

— Es que la única que no se da cuenta de que se va a casar por gratitud eres tú —reprende y bufo, cansada de esta situación.

— Mily, o cambias de tema o te cuelgo, tú decides —advierto.

— Vale, ya sé que no te gusta que te digan tus verdades a la cara, ¿hoy estás libre no? Vayamos de peda —dice.

— Mañana tengo rodaje —Le recuerdo.

— Mañana te toca filmar por la tarde así que puedes dormir la mona en la mañana —Ojalá eso fuera cierto—. Vamos, hace mucho no bebemos juntas, por favor —pide y la puedo imaginar haciendo un puchero.

En ese momento detengo mis pasos al ver una escena más adelante. Ahí está Dylan, con una chica rubia y de baja estatura. Él me da la espalda pero por un momento noto la mirada de ella en mí, para luego acercarse y besarlo.

— ¿Alexa? —escucho mi nombre a través del teléfono.

¿Por qué me sentía de este modo? No tengo por qué, sin embargo, cada parte de mí se inquieta y un dolor conocido vuelve a mi pecho.

Al instante trato de bloquear estos y desvío la mirada de la pareja, dando media vuelta y yendo a mi habitación.

— Sigo aquí —Le aseguro a Camila—. ¿Dónde nos vemos? —pregunto.

— ¡Esa es mi esposa! —chilla feliz—. Te envío la dirección, nos vemos en una hora y media —cuelga.

Yo subo para darme una ducha y vestirme, en media hora estoy lista y me dirijo a la salida con destino a la dirección que me ha dado.

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