Perfectamente conectados

Capítulo 37: Venganza

Pov Dylan

< Al final todo salió bien. >

Suelto un largo suspiro al por fin salir de aquel local. Ahora todos saben la verdad. Antes me asustaba este hecho, pero ahora me siento aliviado.

Mientras camino al estacionamiento observo el cielo y me parece una noche tranquila.

Las personas a las que una vez conocí y las cuales comenzaron a verme como un villano me han comprendido, el hecho de tener que verme a escondidas con mi hermano para evitar disputas con su esposa ha terminado, el llevarme mal con una compañera de trabajo se acabó y por fin puedo expresar lo que siento por la persona que amo con libertad.

Es como si me hubiese liberado de un enorme peso.

Una sonrisa se instala en mis labios, todo está ocupando su lugar una vez más.

Cuando estoy frente a mi auto saco mi móvil del bolsillo delantro de mi pantalón y observo la hora, ya casi serían las nueve.

< Me pregunto si Gwen ya habrá llegado a casa. >

Mi hija había salido con el mánager de Alexa, me preocupa que no encuentre a nadie en casa.

— Hola —escucho un saludo y levanto mi vista de la pantalla del teléfono observando a una chica de cabello rosa, muy llamativa.

— ¿Hola? —cuestiono confundido.

¿Qué hacía una chica como ella aquí? Es peligroso andar sola en un lugar así.

— Eres muy guapo, creo que te he visto en otra parte.

— No me digas —miro a mi alrededor con disimulo—. ¿Estás sola?

— Completamente —coloca una cara triste—, ¿podría llevarme a mi casa?

< Esto es muy extraño. >

La respuesta natural no sería algo así, ¿qué es lo que busca realmente?

— Lo siento, estoy esperando a mi novia —digo y ella suelta una pequeña risa.

— No seas tímido —lleva una mano a mi hombro en una caricia algo coqueta—, prometo cuidarte bien.

La aparto al instante y estoy a punto de despacharla de una manera poco gentil cuando una voz me sorprende por completo.

— ¡Dylan!

Me volteo viendo a una furiosa castaña acercarse.

< ¿Y si confundió esta escena? >

Me coloco nervioso de inmediato.

— ¿Alexa? Ya ter...

Sus labios roban los míos sin dejarme emitir una palabra,  por un breve momento me quedo en shock antes de continuar el baile de los suyos.

Sus labios se separan de los míos y siento como si me faltara algo importante, acaricio su mejilla y sonrío, feliz.

— Me besaste —menciono, un poco incrédulo y a la vez, extaciado.

— Si, te besé —infla sus mejillas y desvía su mirada hacia tras de mí—. Tú, pequeña zorra, este hombre ya tiene dueña —Le saca el dedo media y escucho por alguna parte una maldición a la que no le doy importancia.

< ¿Por qué se ve tan linda cuando está celosa? >

Sus ojos azules se posan en mí aun con algo de enojo.

— ¡¿Que?! ¡¿Ibas a permitir que esa...?!

Sujeto su nuca y la atraigo a mi boca, succionando su labio inferior, sus labios se tornan furiosos contra los míos, buscando más, mucho más.