Capítulo 16: Te odio

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Pov Alexa

Estamos en la segundo semana de enero, la nieve se ha disipado lo suficiente como para volver a los caminos y las grabaciones reanudan mañana.

— "Y el pollito pío y el pollito pío. En la granja hay una vaca, en la granja hay una vaca, y la vaca mu..." —observo a mi hija cantar a todo pulmón y río por su emoción.

Vamos a comprarle un regalo a mi hermana y a mi pequeño sobrino Jonas.

Estaciono frente a un centro comercial y bajo del auto, abro la puerta trasera y Gwen baja, cierro y ella toma mi mano. Yo llevo una mascarilla en mi rostro evitando ser tan fácil de reconocer.

Luego de haber recorrido la tienda y Gwen haber colocado en el carrito mil cosas de las que luego yo iba sacando las innecesarias, nos adentramos en una sección llena de pijamas.

— Mami, comprame esta —pide llevándome hasta uno de los pijamas que refleja a Pikachu de Pokemon.

— No, yo quiero este —señalo un pijama de Stich y mi hija se cruza de brazos, sabiendo que es mi favorito.

— Pikachu.

— Stich.

— Pikachu.

— Stich.

Ella se aferra a mi pierna y hace un puchero, con esos ojos tristes que tan bien le enseñé a hacer. Me agacho frente a ella y coloco los míos.

Ambas nos hacemos pucheros y ojos de Bambi hasta que es ella quien deciste.

— No se vale —da un pisotón en el suelo.

— ¡Si! —exclamo efusiva y voy hasta el pijama con Stich, comprando dos, uno más pequeño que otro.

— Siempre ganas —protesta.

— Aún te falta mucho para superar mis ojos de Bambi —digo airosa.

— Pero... —Ella mira las pijamas.

Me acerco y acaricio su cabello.

— Escoge uno para ti y uno para tu primito, anda —La animo.

— ¿En serio? —Sus ojitos brillan y asiento con la cabeza—. ¡Gracias! —tira de mi mano y me agacho, mi hija me abraza y besa mi mejilla—. ¡Eres la mejor mami de todas!

Sonrío viendo a mi pequeña ir a por su pijama y no puedo ser más feliz.

(...)

Toco el timbre y me recibe mi hermana.

— ¡Tía! —Gwen corre hacia ella y se abraza a su pierna.

— Hola mi cielo, ve a ver a tu primito.

— ¡Jonas! —grita corriendo casa adentro.

— Hermana —saludo abrazándola y corresponde.

— Hola hermanita, te extrañé tanto —besa mi frente y sonrío, acariciando su cabello.

— ¿Cómo te va la maternidad? —pregunto.

Ana ríe.

— Es bastante tranquilo, y muy dormilón —asegura—. ¡Igual que su padre! —exclama.

— ¡Te escuché! —grita iracundo su esposo por algún lugar de la casa.

— Chris, ¡sal a saludarme! —Me quejo.

Le veo salir con pantuflas, un pijama verde y su cabello revuelto, tiene grandes ojeras y yo río.

— Adivino, te tocó cuidar a Jonas toda la noche —Me burlo.

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