Capítulo 15: Bichito

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< ¿Qué hago? Solo debería dimitir, es todo. Si salgo de la película mis problemas terminarían. > Pienso mientras me encamino a las habitaciones.

Y entonces me detengo abruptamente cuando sus palabras vuelven a mi mente.

"Nunca fuiste de las que huían de las situaciones, ¿qué cambió?"

< Yo cambié. >

Bajo mi mirada al suelo al caer en la realidad. Al pasar de los años tuve que cambiar. Pero no todo fueron cambios buenos.

Abro mi habitación y veo a mi hija sentada al borde de la cama.

— Mami —Me llama y yo voy hasta ella.

— Duerme mi estrella, es muy temprano —aviso.

Me siento en el suelo y la arropo, ante de acostarme debo tomar un baño.

— Mami, ¿eres feliz? —pregunta con voz adormilada y la observo extrañada ante esto.

— ¿Por qué preguntas eso mi amor? —cuestiono acariciando su melena castaña.

— Solo quiero que seas feliz —dice y se frota con su puñito uno de sus ojos.

Sonrío ante esto y me inclino hasta besar su frente.

— Yo soy feliz, te tengo a ti después de todo, eres mi mundo —Le digo y me sonríe.

— ¿Puedes cantarme? —pide y me coloco nerviosa.

— ¿No prefieres que te lea algo?

— No, me gusta cuando cantas tu canción favorita.

Pov Dylan

Suspiro cansado mientras salgo de la cocina donde había tomado un poco de agua.

Debería dejar en paz a Alexa, la estoy presionando demasiado.

Han pasado cinco años, eso es mucho tiempo. Sus sentimientos debieron haber cambiado, y es lógico. ¿Cómo puedo pensar que me sigue amando? Si, reacciona ante mí, pero puede solo ser una atracción física.

< Sin embargo tú sigues estancado. > Me recrimina mi consciencia.

Y es el simple hecho de que nunca intenté superarla, siempre supe con certeza quien es la persona que se roba mis sueños.

Entro al segundo piso mientras subo las escaleras cuando el tararear de una melodía llega a mis oídos, una melodía demasiado conocida.

Me acerco un poco, comenzando a escuchar la letra de aquella canción con una melodiosa voz.

"Sabes que te quiero, no es un secreto que trate de esconder, sé que me quieres, así que no sigas diciendo que tus manos están atadas, dices que no está en las cartas y que el destino te está alejando fuera de mi alcance, pero estás en mi corazón, así que ¿Qué nos puede parar si decido que eres mi destino?..."

La puerta está entrejunta y me asomo un poco, logrando ver como Alexa le canta a su hija quien ya está dormida. Su voz se detiene y se queda mirando un punto imaginario en la pared.

— ¿Y si reescribimos las estrellas? —cuestiona en un tono bajo pero audible.

Entonces sonrío con tristeza ante la mujer herida por mis acciones.

< La reescribiremos, te lo prometo. >

Me alejo despacio, sin provocar ningún ruido, y voy hasta mi habitación. Porque en ese momento lo comprendí:

No necesito ganarme su corazón, sino su confianza, porque sus sentimientos, aunque lo niegue, siempre me han pertenecido.

(...)

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