Capítulo 33: Nuestro tiempo

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Ahueco mi rostro en su cuello y las lágrimas salen de mí, dejando ir aquel dolor, ni siquiera sé en que momento había dejado caer la carpeta tras de mí.

De repente sus brazos se tensan a mi alrededor.

— Lo sabes —murmura, más para él que para mí.

— Siempre hay otra solución —respondo a aquello y mi agarre aumenta—. ¡Maldita sea Dylan! ¡Podíamos haber buscado una mejor solución juntos! ¡Una que no te alejara de mí! —grito desesperada y lo siento suspirar, correspondiendo aquel sentimiento que se instalaba entre nosotros.

Dolor, pérdida, añoranza, arrepentimiento, soledad...amor.

— Lo siento Bambi, de verdad —susurra, como si de un secreto se tratase, y unas gotas mojan mi hombro, y lo sé, esto lo destroza igual que a mí—. En ese momento no vi otra solución, no me arrepiento Alexa, no podías perderla, a ella no.

— ¡Pero tampoco quería perderte a ti! —admito contra su piel—. ¡¿Por qué tuvo que tener ese precio?!

— Porque antes de mi felicidad, siempre irá la tuya —habló, mientras una de sus manos se había retirado de mi cintura y ahora acariciaba mi cabello con dulzura, sin despegarnos de aquel abrazo—. Porque siempre serás mi prioridad, aunque yo tenga que desaparecer de tu vida.

— No vuelvas a desaparecer —supliqué con mi voz rota, tal vez era la razón perdida por el dolor, tal vez era la calidez que sentía entre sus brazos, lo cierto es que no sé que me impulsó a decir aquellas palabras—. Te necesito a mi lado, gatito, siempre fue así.

Su cuerpo se tensó ante mis palabras.

— ¿Me pides que me quede a tu lado? —cuestionó en voz baja.

— Te pido que no te vayas, nunca —respondí.

A nuestro alrededor se formó un silencio cómodo, de esos que dicen más que cualquier palabra. Sé que luego de aquel ataque de valentía por mi parte sería difícil, porque aun me tenía que conceder la verdad desde su punto de vista.

Pero por ahora me conformaría con aquel calor que me brindaba bajo aquellas estrellas que ya pertenecían a nuestra propia historia de amor.

Pov Dylan

Alexa se había quedado dormida entre mis brazos. La cargyé con cuidado de no despertarla y subí a su habitación, dejándola sobre su cama.

— Buenas noches, Bambi —susurré, acariciando su cabello, para luego alejarme de la cama, cosa que un agarre en mi muñeca no permitió.

— Dylan —La voz somnolienta de Alexa me hace mirarla, sin embargo ella aun mantiene sus ojos cerrados—. Quédate.

Trago en seco ante su petición, y niego con mi cabeza, tratando de autoconvencerme a mí mismo de la mala idea que es esto.

— Siempre dices tonterías cuando estás cansada, duerme —pedí.

La vi sentarse en la cama y y tirar de mi mano, logrando engancharse a mi cuello y usando todo su peso logró que ambos cayésemos en la cama, conmigo sobre ella.

No sé como lo logró sin abrir sus hermosos ojos.

— No arruines el momento Dylan, solo déjate llevar, te aseguro que mañana no estaré de tan buen humor —farfulla y una de mis comisuras se eleva.

Me acomodo un poco, quedando a su lado, y la atraigo a mí, haciendo que su espalda choque con mi pecho, hundo mi rostro en su cuello, aspirando su aroma a vainilla, siento que su cuerpo poco a poco se relaja y solo cuando se que está completamente dormida me permito descansar, con ella, nuevamente entre mis brazos.

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