CAP 6

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Greta entonces, levanta a Brahms con cuidado.

_ Lo siento Brahms... - le dice al muñeco mientras lo lleva hasta una silla de la cocina, y lo sienta - aquí estarás bien.

Vuelve a la milanesa y sigue preparándola.
Para ella es pan comido, ya que se acostumbró a cocinar en el curso de cocina.

Se pregunta si el muñeco es capaz de comer. Aunque la lista no nombra dejarle un plato de comida a él también. Sólo que hay que "guardar las comidas en el congelador".

Pasan una hora más o menos y la milanesa y las papas ya están listas.
Greta toma un plato y sirve la comida en él, y lo lleva a la mesa. Se sienta en una silla, al frente de Brahms.

_ Si la lista no dice que hay que darle de comer, entonces no lo haré - piensa, hablando del muñeco

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_ Si la lista no dice que hay que darle de comer, entonces no lo haré - piensa, hablando del muñeco.

Antes de que la chica pruebe un bocado, suena el teléfono de la cocina. Se levanta de su asiento y toma el teléfono.

_ ¿Hola? - pregunta Greta.

_ Greta, soy Sophia, ¿Qué haces?

_ A punto de almorzar, ¿Y tú?

_ Yo ya estoy almorzando. Estoy con nuestra vecina. Me invitó a su casa.

_ Oh qué bien...

_ ¿Y todo bien? - pregunta sospechando por la inseguridad en la voz de su hermana.

_ Y ya sabes... El muñeco.

_ ¿Qué pasa con el muñeco?

_ Malcolm, mi repartidor, me recordó que debo seguir las reglas. Y eso estoy haciendo.

_ Bueno si lo dice él... ¿Por cierto, y esa música de fondo?

_ Oh debe estar sí o sí, es una de las reglas.

- Por mí gusto es terrible - ríe.

_ Agradece que no estás aquí. Se escucha más fuerte aquí - ríe también.

_ Pero en serio, esta situación de cuidar a un muñeco es muy extraña... - es interrumpida por su vecina, que la llama a lo lejos - ¡Ya voy! Luego hablamos ¿Ok?

_ Claro, adiós.

La llamada termina. Greta deja el teléfono en su lugar y vuelve a la mesa, y come.

El sabor de la comida es fantástico. Claro que ella ya estaba acostumbrada, ya que a diario solía hacer la comida. Con Sophia se turnaban, pero la que más cocinaba era ella.

Bocado tras bocado, ignoraba por completo aquella música a todo volumen. ¿A quién se le ocurre escuchar música clásica hoy en día? Sólo a Brahms, al parecer.

Termina de comer y levanta su plato. Mira el refrigerador. ¿Por qué hay que guardar la comida allí? Nadie va a comerla. Ni siquiera ese muñeco.

De todas formas abre el congelador y guarda la comida allí. Quiere completar la lista, cueste lo que cueste. De lo contrario, Brahms no la dejará en paz...

Brahms el niño 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora