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Louis.

Había despertado con muy pocas ganas de vivir, me sentía mal y no entendía por qué. Ayer, fue unos de los mejores días de mi vida, y hoy me sentía sin ganas de respirar, no le veía motivos a nada. Hasta que supe lo que tenía que hacer.

Hoy tenía que decirle a Harry que lo que había pasado anoche no fue nada. Fue un simple beso, no me había producido ningún sentimiento hacia él. Por un momento, quise mandar todo a la mierda, y cuando lo viera en la escuela, besarlo hasta quedarme sin aire, pero no sería posible. No quería que siguiera adentrándose a mi vida, más de lo que ya estaba. Tenía que ser duro, tenía que ir en contra de mis sentimientos, aunque éstos todavía no estén del todo claro. Porque no sabía que era exactamente lo que me pasaba con Harry. Lo había besado y por un momento, me sentí "enamorado".

Obviamente, no podía negar que era un chico totalmente hermoso. Cualquier persona que viera sus ojos verdes por primera vez, daría vuelta su propio mundo. Y es que antes, yo, estaba tan cegado por el odio y el dolor, que no me pude dedicar a ver las oportunidades de ser feliz que Dios o alguien, estaba poniendo en mi camino.

Si me ponía a pensar, Harry era una oportunidad de ser feliz, pero siempre estaban mis inseguridades y mis miedos. Siempre me controlaban, eran más fuertes que yo. Necesitaba alguien que me ayudara a superarlos, a pasarles por encima. Pero no quería que nadie se lastimara en el camino, no quería que él saliera dañado. Ese era el problema, dañar y lastimar a las personas. Yo por mi parte, estaba más que destruido, y necesitaba que alguien me reconstruyera, pero no expondría a Harry a convivir con mi mierda de persona, no él. No nadie.

En el momento en el que pisé la escuela, un frío me recorrió la espina y supe que no iba a ser un lindo día. Busqué mi salón y me senté al lado de la ventana, al fondo. Sería más fácil esconderme, aunque tendría que salir a explicar. Para mi mala suerte, Harry entró al salón y miró directo hacia donde yo me encontraba, maldije como nunca lo había hecho antes y traté de sonreírle, lo que estuvo mal porque se dirigía hacia mi y el asiento a mi lado se encontraba desocupado. Más perfecto imposible.

Al llegar, me dio un beso en la mejilla y se sentó, con una sonrisa resplandeciente. A veces envidiaba a las personas, a sus familias, sus vidas. Me preguntaba: "¿Por qué yo?". Mi madre me decía, cuando era un niño, que las cosas sucedían por alguna razón, le creí toda mi vida, hasta ahora.

-Hola Lou. -pronunció el rizado. Me hacía mal tener que mentirle, ya había pasado por esto muchas veces y mi subconsciente estaba bien consigo mismo. Al ser él, mi mente se sentía mal, pero era por su bien, lo haría por él. Para que no se convirtiera en la mierda que soy yo.

-Hola Harry. –respondí cortante. Él me miró con el ceño fruncido y con algo de confusión. –Escucha, ¿podemos hablar luego de la clase? Necesito decirte algo. –no muy convencido de mis palabras, asintió.

-¿Te molesta que me siente aquí? –dile que si, dile que si, dile que si.

-No, siéntate. –que débil que soy. Por mucho que me alejara, necesitaba de Harry, de alguna manera, me sentía protegido cuando estaba con él.

Literatura transcurrió normal, de vez en cuando miraba a Harry de reojo. Observaba como mordía la punta del lápiz, mientras fruncía el ceño tratando de hacer los ejercicios o cuando tenía que leer un texto. Era malditamente tierno, y eso era lo que me atraía más hacía él. La noche anterior, me había enterado de muchas cosas de su vida y fue realmente interesante. Yo no soy de sociabilizar, pero algo en su persona me tentaba a saber más y más cada vez.

Al salir de clases, lo esperé en la puerta con mi mochila ya colgada y comenzamos a caminar en silencio para el gran patio del instituto. Nos dirigimos inconscientemente hacia el árbol en el que me había encontrado el otro día y nos sentamos sobre éste. La calma sobrepasaba la tensión y empezamos a sentirnos incómodos, por lo que hablé pronto. Cuanto antes, mejor, menos sería el dolor.

-Harry, yo te cité aquí para decirte que...-

-Lou, no sé que quieras decirme pero, sólo quiero que sepas que lo de ayer, fue algo especial para mí. Mira, sé que para ti seguro fue una broma o te habrás reído hasta dormirte. Sé que no significó nada. –estaba boquiabierto. No supe como, pero me había sacado las palabras de la boca, literalmente. –Y si es eso lo que ibas a decirme, me retiro, porque aunque me haya dormido con una sonrisa estúpida en mi cara porque sentí por primera vez que valía algo para alguien, duele, ¿sabes? –bajé la mirada y creo que con eso le dije todo. –Okay, adiós Louis. Sólo te pido que no me busques ni nada, no quiero ser grosero. –levanté la cabeza y lo aproveché para verlo directamente una sola vez más. Sus rulos estaban peinados hacía un costado y sus ojos esmeralda brillaban, pero sabía que no de felicidad. Sino de decepción y tristeza.

Se fue caminando rápidamente, con ganas de salir de allí y lo supe. Entendía como se sentía, porque así era como yo era todos los días. Nunca creí que alguien llegara a tomarme enserio. Solía importarles una mierda a las personas o ellas me tenían miedo. Escuchar a Harry decir que lo de ayer fue especial, me hizo sentir bien, por una sola vez en mucho tiempo. Quise detenerlo, para explicarle el porqué de mi alejamiento, pero no quería lastimarlo aún más.

Es increíble como puedo cagar las cosas. La única oportunidad que se me presentó para salir de toda mi vida despreciable y la desperdicié. No merecía nada de lo que tenía por ser como era, no podía seguir lastimando a las personas, no de esa manera.

Me salté las demás clases, yendo a casa, decidiendo en camino lo que iba a hacer. Tenía que parar con todo el sufrimiento.

{≈} 

 

Puede sonar loco, pero sentía que me observaba. Su mirada imaginaria se posaba sobre mí, y sé que un objeto no tiene ojos. Capaz me estaba volviendo loco o solo era mi subconsciente otra vez.

Había dejado todo eso hace 1 año, todavía percibía el ardor en mis piernas y brazos, como si estuviesen todo el tiempo allí. No quería volver a caer, no quería. Pero me llamaba, me incitaba. Sabía que me volvería a hacer daño, pero me importaba nada. Y si a mi no me importaba, ¿a quién le haría?

La tomé del lado sin filo, contemplando como había sido mí escape del dolor y desconsuelo hace tiempo, y volvería a hacerlo. Pensé dónde sería primero, pero la desesperación y la angustia me ganaron. La posicioné sobre mi muñeca, de manera horizontal y con fluidez, la deslicé, provocando que puntitos de sangre comenzaran a brotar de mi herida.

Fue así cuando me quedé dormido en la bañera, con 5 cortes en la muñeca y con mi camiseta vilmente manchada de tormento y suplicio. 

The Hater « larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora