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Harry

Entré al baño totalmente frustración. Había dado todo de mí para la estúpida profesora geografía y ella me denigraba cómo se le cantaba. ¿Quién mierdas se creía?

Abrí el grifo de agua y mojé mi cara con agua caliente. Hacía frío esa mañana y aunque la profesora me hacía calentar, la helada arrasaba con todo a su paso. Al secarme con el papel (que no secaba para nada, putos bajos presupuestos escolares), escuché un sollozo fuerte que salía de un cubículo. Miré extrañado la puerta y me acerqué, logrando darle unos golpes para llamar a atención de la persona que se encontraba dentro.

-Sea quien seas, ¿estás bien? -cuestioné nervioso. Nunca supe consolar a las personas, era demasiado inútil en esos temas. Cada vez que mi hermana venía llorando porque su novio de medio tiempo la dejaba plantada o no contestaba sus llamadas, sólo la abrazaba y ella lloraba el doble.

-S-sí. -respondió una voz que portaba mucha tristeza. A pesar de que estuviera rasposa, me sonaba. Pero no pude reconocerla.

-Abre la puerta, para comprobarlo solamente. -insistí. No quería que esa persona se lastimara o hiciera algo. Yo sabía perfectamente cómo era eso y no soportaba ver a la gente sufriendo por los demonios en su cabeza. Lentamente, una figura de tamaño pequeño, se dejó ver.

Oh, la puta madre.

-¿Ha-harry? -tartamudeó el chico. Se veía realmente mal. Ojos rojos como el mismo infierno, el pelo alborotado y las manos llenas de sangre. Fue cuando me desesperé.

Sabía que él me trataría para la mierda después de esto y volveríamos a la rutina, pero dolía verlo así. Me dolía ver a las personas sufrir.

-¿Qué diablos te pasó? -bien Harry, eres un genio con las preguntas. Doy asco, gracias, gracias.

-N-nada que te importe. -mencionó queriendo irse, pero la tristeza de sus ojos, inundó mi cuerpo. Agarré su brazo y le restringí la salida.

-Tú no te vas a ningún lado. ¿Pretendes salir llorando y con las manos sangrando? Además de correr el riesgo de que te llamen la atención y pregunten que te pasó. -me miró con los ojos cargados de furia y cansancio.

-Bueno, ¿qué quieres que haga entonces? -preguntó obvio. Tiré un poco su brazo e hice que se sentara en la mesada del lavabo. Sus pies colgaban y se movían al ritmo de una canción que estaba cantando. Estaba cantando. Y vaya que lo hacía muy bien.

-I think I'm gonna lose my mind, something deep inside me, i can't give up... -cantó suavemente. Tenía una voz de puta madre. Mientras mojaba un pedazo de papel higiénico con agua para curar sus heridas, seguí disfrutando de una hermosa canción. -I think I'm gonna lose my mind.I roll and I roll 'til I'm out of luck, yeah. -terminó y yo limpiaba cuidadoso su mano. El silencio era incómodo, por lo que decidí romperlo.

-Cantas muy bonito, ¿sabes? -declaré, sin mirarlo. Se tensó y dejó de mover sus pies, se volvió de piedra en cuestión de segundos.

-Gracias... -susurró bajo. Lo había mirado y sus ojos se habían llenado de lágrimas. Comenzó a derramarlas en silencio, pensando que no lo había notado. Pero lo había hecho y estaba triste por él.

Fuera lo que fuese, quería abrazarlo y decirle que todo estaría bien. Aunque estuviese mintiendo, sólo para ver su humor de mierda y su odio repentino hacia mí.

Cuando hube terminado de "curarlo", Louis se bajó en silencio y antes de cruzar, me miró con nuevas lágrimas y murmuró un "gracias" con algo más que no logré entender, pero quise hacerlo (*). Colgué mi mochila al hombro y salí a encontrarme con Niall, seguramente me habrá estado esperando y nunca aparecí.

Caminé por el pasillo normal, como cualquier día, a diferencia que ahora todas las miradas, sin excepción de los profesores, estaban posadas en mí. Muchos negaban con la cabeza, otros ponían cara de asco y algunos gritaban insultos como "maricón" "come-penes" "muérete, a nadie le interesas". Realmente no tenía ni la más mínima idea de lo que estaba pasando, hasta que llegué a mi casillero.

Había una foto a color de un chico besándose con otro. Uno de esos muchachos era yo, claro está. Recordé la puta fiesta a la cual había asistido el fin de semana y las memorias me atropellaron. Estuve borracho, demasiado como para diferenciar a quien besar y a quien no.

Por supuesto, ahora tendría que enfrentarme a medio instituto homofóbico y tragarme las críticas, que mierda de vida. Mi sexualidad no había sido nada fácil con el correr de los años y no sabía de qué puta manera sentirme. Quería encontrar la forma de ser feliz, de ser amado. No despreciado, ni humillado como lo fui toda la primaria y lo estoy siendo en la secundaria.

No me di cuenta cuando las gotas saladas inundaron mis ojos y empezaron a salir con fervor. Agarré la foto, la rompí en miles de pedazos y la tiré en el primer bote que encontré. Me dirigí a mi casa, donde el baño y una buena bañera llena de agua y las sales que más me gustaban me estarían esperando.

Louis.

Después de ese incómodo e confundible momento con Harry en el baño, había ido a parar a un manzanero que se encontraba en una esquina del patio del instituto. Nadie iba ahí, ni siquiera Zayn y en ese momento, lo agradecía. Quería sumirme en mi soledad y tristeza.

Hundí mi cabeza entre mis rodillas y me quedé en silencio, disfrutando de los sonidos que me brindaba la Madre Naturaleza. Pajaritos, hojas moviéndose al compás del viento y el barullo estudiantil a lo lejos.

Lo que había pasado con Harry me dejó en estado de shock y turbado. En toda mi puta infancia y media adolescencia, nadie se había parado a curarme alguna herida. Nadie se había preocupado por si me llamarían la atención o por si no quería parecer frágil cuando aparentaba ser más duro que un ladrillo. Nadie se había inquietado en mí y por primera vez en mucho tiempo, mi boca deslumbró una diminuta sonrisa de felicidad. Lágrimas de alegría desbordaron mi mirada y miré al cielo, en un trance.

Me pregunté si ellos habían mandado ese minúsculo milagro para contentarme un poco.

-Gracias por esto, los extraño. -dije observando las nubes azules y apoyando lentamente la cabeza en el tronco del árbol. No quise hacerlo, pero el sueño me venció y me quedé pensando en el pequeño ángel que me había hecho sentir querido, por minutos que fueran, otra vez, Harry...

(*): Lo que Louis le susurró a Harry fue "Gracias por preocuparte"

The Hater « larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora