El príncipe de blanco [+18] ©

15. Percy

PERCY POV

—¿Quieres explicarnos esto? —dice mi padre luego de apagar el televisor donde sale la noticia de Sophie y yo besándonos en el auto.

Por suerte, los periodistas solo llegaron a sacar fotos de ella de espalda y con la máscara, por lo que no saben quién es y ahora la llaman «La chica misteriosa». No me tomé el tiempo de contactarla porque ya debe saberlo a estas alturas, está en todos los noticieros y periódicos del país. Sin contar el internet, que ahora mismo es una explosión nuclear con tweets míos en tendencias, noticias de lo ocurrido, fotos rondando por Instagram y Facebook, y tiktoks hablando sobre la supuesta identidad de Sophie y quién podría ser la chica misteriosa.

—¿Qué se supone que tengo que explicar? Saben cómo soy —suelto cruzándome de brazos.

—Estás en plena búsqueda de una esposa, esto no puede seguir ocurriendo —dice Frederick.

—¿Ahora andas escondiendo a la futura reina? —pregunta mi padre.

—Es una chica con la que tuve algo antes y solo... nos volvimos a encontrar —miento—. Pero solo fue esa noche, no es la futura reina ni va a serlo.

—Tienes una reputación que mantener, y no es la del mujeriego —habla papá—. Ya hablamos de esto millones de veces, Percy, ya no sé cómo decírtelo.

—A esto me refiero cuando...

—¿Cuándo qué? —pregunto, de forma demandante.

—Cuando digo que tiene actitudes no aptas para un futuro rey —recuerda.

—Ya dije que fue algo del momento, ni siquiera estaba planeado —repito—. Llevo bastante tiempo sin tener algo con una chica.

—Dos semanas no es bastante tiempo.

—Fueron más de dos semanas, idiota —suelto, enojado.

—¡Percy! —exclama mi padre.

—Que maleducado —susurra.

—Otra vez tengo que arreglar lo que haces —dice el rey—. Es un ciclo sin fin, señores. Estoy harto, te dije que iba a ser la última.

—¿Y qué van a hacer? ¿No dejar que reine? ¿Sacarme de la junta? ¿Del testamento? Realmente no me importa ninguna de esas cosas, solo quiero que me dejen en paz aunque sea por un puto momento —hablo, hasta quedarme sin aire.

Todos se quedan callados. Mi padre niega con la cabeza y me señala.

—No —dice—. Vas a ir a una institución de modales.

—¿Qué?

—Son seis meses, es en Suecia —me dice—. Vengo pensándolo desde hace tiempo, no creas que es solo por esto. Y no quiero quejas, Percy.

¿Está hablando de esos lugares donde te comportas mal, te encierran en tu habitación, o en algún tipo de calabozo? Sé que me merezco un castigo por ser idiota, pero esto sobrepasa lo que estaba pensando. No puedo ir a ese lugar.