El príncipe de blanco [+18] ©

14. Sophie

SOPHIE POV

—Oliver, no quiero que las cosas queden así entre nosotros —dije.

Mi hermano pasa su dedo por el borde de la taza, sin mirarme e ignorándome.

—No sé qué decirte, Sophie.

—No tienes que decir nada que no quieras, solo tienes que dejar de tratarme como si hubiera cometido un crimen.

—Es... difícil —susurra y me mira—. Hace unos meses atrás te dije que era bisexual, y... supongo que ya te diste cuenta de que no es así.

—Por eso cuando te vi con esta chica no pude quedarme callada —explico—. Detesto que las personas que amo no puedan ser felices, y tú eres uno de los que más se lo merece.

—No... no puedo hacer nada. Ellos no me van a aceptar.

—Las personas cambian de opinión.

Niega repetidas veces con la cabeza y se acomoda en el asiento.

—Ellos no —afirma—. Los conoces, Sophie, sabes que nada de lo que hagamos les va a caer bien a ninguno de los dos.

—Lo sé, pero... Quizás esto sea diferente —sugiero—. Esto es algo más complejo a lo que están acostumbrados.

—No trates de convencerme de algo que no va a pasar —responde en una risa—. Padres católicos y homosexualidad nunca van de la mano.

—No voy a permitir que vivas toda tu vida escondiendo lo que en verdad eres —escupo.

—Me gusta que intentes ayudarme —me dice—, pero en esto, específicamente en esto, no te metas. Quiero arreglarlo por mi cuenta.

Me lo quedo observando por un momento, seguro con pena y tristeza, pero no puedo evitarlo. es mi hermano, no quiero que viva siendo miserable. Pero está bien, si él quiere solucionar las cosas a su manera, yo no puedo interferir en sus deseos.

—Está bien —asiento—. Pero si vuelvo a verte hacer alguna de esas estupideces, voy a tirarte a la piscina y ahogarte. No miento, Oliver.

—Que agresiva —dice con un tono ofendido—. ¿Dónde está mi hermana la osito cariñoso?

—Desapareció después de que perdiste mi osito en la caja de donaciones.

Oliver suelta una fuerte carcajada que llama la atención de varias personas en el lugar.

—¿Vas a ir a la fiesta de Alyssa esta noche?

—Supongo.

—Quiero una respuesta que me diga realmente qué harás —le exijo.

—No estoy en mi mejor momento, hermana.

—Vamos, tienes que ir —insisto—. Un pajarito me anduvo diciendo que estabas diseñando el traje para hoy.