16. Percy

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PERCY POV

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PERCY POV

Dejo una leve caricia en el cuello de Moon mientras cabalgo y juntos saltamos los obstáculos sin ningún problema. Erik aplaude desde lo lejos como un padre orgulloso.

—Eso es pequeña —susurro.

Esto y la esgrima son lo único que me hacen pasar un buen tiempo. Realmente no pienso en nada cuando estoy arriba del caballo o cuando ataco a mi enemigo. Mi cuerpo habla por mí, se mueve por mi, haciéndolo por inercia sin que yo tenga que ordenarle que lo haga. Mi mente se apaga, se relaja, y es lo que más me gusta de esto.

—¡Ahora otra repetición! —ordena Erik.

Miro en su dirección, y frunzo el ceño, observo que no estamos solos.

—¿Sophie? ¡¿Qué haces aquí?! —exclamo y con un tirón le digo a Moon que frene.

—¡Quiero hablar contigo! —exclama desde las vallas que dividen el campo de práctica del jardín.

Erik la mira sin entender y luego me mira a mi. Me acerco a ellos en un trote lento, con los ojos de ambos puestos en mi.

—Tengo que irme —le aviso a Erik y me bajo de Moon—. Encárgate de darle de comer y guardarlo.

—Aún no terminamos, príncipe —recuerda.

—Lo sé, pero tengo que hacer algo más importante —le digo dándole las riendas.

Erik no dice más nada, sabe que nunca me voy de las prácticas a menos que sea un asunto de extrema confidencialidad.

Salto la valla para quedar frente a frente con Sophie. Me desabrocho el casco y lo saco, me revuelvo el cabello aplastado y la miro.

—No esperaba verte aquí ni en mil años —digo—, ¿Qué sucede?

—¿Hay un lugar más privado para hablar? —juega con sus manos con la vista fija en el piso.

Está nerviosa.

—Ahm... ¿Es muy urgente? Porque podemos ir a mi habitación pero vamos a... —me interrumpe.

—El lugar que quieras, pero necesito que estemos solos —ordena.

Frunzo el ceño y luego sonrio de forma traviesa.

—¿Qué estás pensando hacerme, pervertida? —pregunto.

—Shhh —exclama mirando de lado a lado—. Nada de lo que te imaginas.

—Que triste, esperaba algo más —hago un puchero. Sophie se cruza de brazos, cansada de mis insinuaciones—. Está bien. Sígueme.

Comenzamos a caminar los largos jardines del Palacio de Amalienborg. Los dos sin decir nada, a pesar de que me muero por preguntar la razón de su visita. Le digo que entre por la segunda puerta para que nadie la vea y ella me sigue desde atrás. Subimos hasta mi área, que está prácticamente inhabitada, y caminamos por los largos pasillos.

El príncipe de blanco [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora