El príncipe de blanco [+18] ©

18. Ambos

PERCY POV

Cinco citas. Cinco citas en total tuve en una sola semana. Ninguna de ellas me gustó lo suficiente como para decir «Wow, ella será mi esposa hasta que me muera». Todas demasiado falsas e interesadas por una sola cosa. Y claro, mi padre está furioso al saber esto. Sabe que rechacé todas las opciones que me dió y ahora va en busca de más, pero dudo que llegue a encontrar algo que me guste. Creo que debería empezar a buscar por mi cuenta. A papá no se le da bien conseguir buenas candidatas.

—¿Me estás escuchando?

—Ah, sí —sacudo la cabeza y miro a Wami con una sonrisa traviesa.

—Estoy tratando de explicarte esto, idiota —se queja—. Si no prestas atención, voy a tener que cobrarte por mi tiempo.

—Oye, soy inteligente —digo—. Cinco minutos y ya está todo aquí adentro.

—Ahí adentro no entra más que los vídeos porno que ves todos los días —gruñe.

—¿Qué carajo, Wami? —frunzo el ceño cómo si no fuera cierto lo que dice.

—La verdad.

—No veo porno —aseguro.

—Claro —dice ella, sin creerme.

—¿Por qué verlo si puedo hacerlo en vivo y directo?

—Que asco —hace una mueca—. No quería saber nada sobre tu vida sexual.

—No te dije nada que no quisieras escuchar —me encojo de hombros.

—Me acabas de decir que tú vida sexual es como los vídeos porno.

—Tampoco me refería a eso —respondo entre risas—. Aunque a veces...

—Ya basta —me detiene con una seña. Yo suelto una risa y vuelvo a lo que estábamos haciendo.

—¿Qué estabas diciendo?

—¿Ves? —me apunta con el lápiz—. No me estabas prestando atención.

—No...

—¿En qué estabas pensando? Aparte de los vídeos porno después de que te lo mencioné.

—No pensaba en eso —le aclaro—. Pensaba en la cantidad de citas que tuve esta semana y en que ninguna me gustó.

—¿Todavía sigues con eso? —pregunta con sorpresa.

Yo también estoy sorprendido. La última vez que hablamos de esto con Wami, ya tenía a alguien en mente para futura esposa. Y ahora, como si de un sueño se hubiese tratado, no tengo nada.

—Tengo que hacerlo si mi padre no quiere mandarme a Suecia —le recuerdo con una mueca.

—¿Y la chica?

—Es... una situación difícil.

—No entiendo la vida de los príncipes —dice y suelta un suspiro.