17. Escape

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—¡Doctora Jung! ¡Gracias a Dios que está aquí!

Krystal se detuvo en el umbral de su oficina, la señora Lee se apresuró a su lado como un pájaro salvaje que huye de un incendio forestal.

—¿Qué pasa?— Se arregló su bufanda de lana de forma cohibida, apretando el material con firmeza para ocultar las grotescas marcas de uñas en su cuello de cualquier posible observador. 

—¡Se trata de Irene! Las enfermeras la encontraron esta mañana con una herida y sangre en la cabeza—. La Sra. Lee sonaba en pánico total. —Intentaron llevarla a urgencias, pero empezó a lanzarles cosas, así que ahora nadie puede acercarse a ella.  

El rostro de Krystal se ensombreció ante la mención y se dirigió a su escritorio con pasos lentos y desenfocados. 

—¿Doctora Jung?— La Sra. Lee se dirigió a ella con tono preocupado, con el terror y la inquietud aún claros en su rostro. —¿Qué debemos hacer con ella? ¿Le administramos sedantes a la fuerza? 

—No—. Soltó Krystal más rápido de lo que había considerado hacerlo, y ante la expresión confusa de la señora Lee, retiró su respuesta con vergüenza. —Quiero decir, sí. Sí, deberían. No, mejor, haz que algún enfermero varón lo haga. Ustedes pueden resultar heridos. Pídeles que la duerman para que podamos llevarla a Urgencias. 

La señora Lee asintió una vez dada la orden y salió corriendo de la habitación sin pensárselo dos veces. 

Krystal se dejó caer en su sillón acolchado y se llevó una mano a la frente. La mano se deslizó hasta su cuello, aún sensible, y tragó saliva. 

Se estiró por el teléfono de su despacho, marcó los números a los que había pensado llamar desde la noche anterior y se preparó. 

—Hola—. Su voz seca crujió y se humedeció la garganta con ansiedad. —¿Puedo hablar con la presidenta Bae, por favor? Me llamo Krystal Jung, soy la doctora que atiende a su hija. 



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—Seulgi. 

—Seulgi, esa jeringa está vacía.

Seulgi salió de su aturdimiento ante la segunda llamada, sus ojos miraron al frente para encontrarse con su alta amiga frunciendo el ceño con desagrado

Joy enfocaba su vista al nivel de sus manos, y Seulgi jadeó cuando se dio cuenta de que la jeringa que estaba usando para inyectar medicina a uno de los pacientes comatosos ya estaba vacía.  Solo Dios sabía cuánto tiempo lo había estado. 

—No puedes trabajar así, en serio—. Se exasperó Joy, mientras Seulgi retiraba la aguja del puerto de inyección en Y, y cerraba la abertura rápidamente.

—¡No puedes andar por ahí inyectando gente si estás pérdida en tus pensamientos! ¿Y si te equivocas? Esta gente ya estaba lo suficientemente moribunda con su infarto y no necesitan que lo empeores—. Gritó, medio susurrando. 

Seulgi apartó la aguja, se quitó los guantes de látex y se pasó una mano por la cara, frustrada. 

—Tienes razón. Lo siento. Debería haberme concentrado mejor. 

—Realmente deberías—. Joy terminó su propio trabajo un segundo después y miró a su amiga con preocupación. —Solo... ¿qué tal si evitas los trabajos importantes por un tiempo hasta que te despejes? Podrías ir y ayudar a Yeri a leer las tomografías en Urgencias. Se ha estado quejando de ser la única interna de neurología allí hoy, porque Kai está enfermo. 

Whisper In Her Ear / Susurro en su oído (Seulrene - Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora