CAPITULO 1

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Miro con salvajismo a la bestia a unos cuantos metros lejos de ella; la peli roja dirigió lentamente su mano derecha al mango de su espada, sin despegar su mirada del ser de cuatro patas que la amenazaba con sus grandes ojos amarillos brillantes.

Las patas traseras se impulsaron para saltar con las garras de sus delanteras hacia ella, con la gracia de una bailarina esquivo en lo que su mano sacaba la espada propinándole un corte en el hocico que hizo Gruño al animal.

Volvió a moverse está ves a su derecha cuando sintió el movimiento del Wargo, ejecutó triple salto hacia tras; primero se impulsó de costado con espada en mano dio un nuevo corte está ves dándole un justo en el ojo, con un pie volvió a impulsarse con la punta de su bota en la cabeza del animal y tan rápido volvió a tierra volviendo a ser la misma técnica del anterior cuando está ves daba la espalda al wargo quien volvió a atacar.

Está ves su salto fue más alto conduciéndola a parar en unas de las gruesas ramas de un árbol, se giró para esta ves darle una patada al hocico justo en la herida que hizo aullar al wargo. Se fijó un momento a su alrededor realmente fastidiada, volvió a mirar al animal con desprecio viendo que estaba distraído olfateando parecía buscar algo; así que sin pensar mucho se impulsó por última vez y salto dando un giro en el aire y clavándole todo el entero de la espada en el cuello al animal (cuando cayó en su espalda).

Al principio pareció resistirse, pero al segundo se desplomó en el suelo con un fuerte golpe. Espero un segundo ante de levantarse, sacar de un tirón la espada y bajo del animal muerto; limpió la hoja de la espada en el pelaje pasándolo unas cuantas veces por este antes de guardar su arma; se acomodó su capa con más calma para luego alejarse poco a poco.

Pensando como un solo Wargo se encaminaría por esos terrenos, probablemente buscaba alguna presa o víctima humana, aunque si sus memorias no la fallaban, esas zonas nunca fueron pisadas ni por hombre, ni elfos o enanos; su mente volvió a viajar al pasado donde ella vivía tranquila en su hogar en Erebor, esa gran montaña donde ella nació y se crio con sus amorosos padres.

Oh sus padres los recordaba tan bien; de como su madre le preparaba sus exquisitas galletas rellena de frutas rojas y un vaso de leche de vaca, recordó de los cuentos de su padre sentados en el suelo sin preocuparse de los asientos, frente al calor del fuego de la chimenea; aquellos cuentos tan bonitos de princesas y héroes, pocas veces le contaba de Erebor, de sus Reyes y príncipes. Su padre fue un gran herrero varias veces iba a verlo trabajar, además de prometerle a su padre que cuando fuera mayor lo ayudaría en la herrería, sonrió todavía escuchando la risa de su padre y el horror en la cara de su madre al contárselo a ella de sus planes en el futuro y como había pegado el grito.

Suspiro con nostalgia como anhelaba volver al pasado y remediar todo, de escuchar a su madre de que debía comportarse como una señorita, volver a esos tiempos de cuentos y cantos. Pero borro su sonrisa al pensar que esos nunca pasaría, sus padres había muero cuando ella ya cumplía sus años de adulta, recordó cuando la anciana que vivía a lado le contó de la tragedia de que sus padres habían sido atacados por orcos.

Su ceño se frunció, su mirada volvió a ser fría como antes pasando su mano por la pequeña pero visible cicatriz, aquella cicatriz que recibió el día que el Dragon Smag atacó Dale y que tomo el Reino de los enanos, día en que ella fue desterrada de su hogar, siendo juzgada por haber robado una joya que ella nunca en su vida vio; nunca había pisado el castillo, nunca piso o tocó sus paredes, ni siquiera cuando su padre iba a mostrarle los resultados de las armas que el mismo fabricaba. Ni siquiera pregunto a su padre como era dentro del inmenso lugar, ella nunca fue curiosa, a veces le preguntaba a su madre que era algunas cosas que de chica nunca entendió, pero de ahí a pisar terrenos reales nunca y lo prefería así.

Nunca creyó que por una simple cosa terminara sola en un mundo que no conocía y a la vista de las bestias más salvajes, hubo momentos que tuvo que defenderse, pero al final se consiguió un buen amigo que no veía ase años y un lugar donde vivir tranquila y sin miedo a que le echarán.

Salió de sus pensamientos para mirar al frente nuevamente paró un momento admirando el lugar y la casa; aunque no hermosa, muy acogedora, este era el lugar al cual podía llamar un verdadero hogar.

Cirýę. (El Hobbit)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora