Antojados

1K 101 39
                                    

No sabía cuánto tiempo había estado así, llorando desconsoladamente en los brazos de aquel amigo al que conocía hacía más de 20 años.

Tampoco sabía por qué lo hizo.

No se permitía estar mal frente a nadie, por más que la muerte de su padre le doliera en lo más profundo de su ser.

Su llanto ya había cesado. Sus sollozos ya no se escuchaban.

Todo era silencio.

Aún podía sentir cómo Andrés continuaba con sus sutiles caricias en su espalda y ella no quería alejarse... Se sentía segura.

— ¿Te sientes un poco mejor? —Preguntó aquella voz varonil. 

Respirando profundamente, rompió aquel abrazo para mirarlo a los ojos.

— Discúlpame, no sé qué me ha pasado. —Dijo de manera casi inaudible.

— Necesitabas desahogarte, Ara. No tienes por qué pedir perdón... —El actor respondió, tomando nuevamente sus manos entre las suyas.— Te dije que estaría aquí para ti, y eso es lo que haré. Puedes confiar en mi.

Sintió sus ojos llenarse de lágrimas una vez más.

Ese apoyo tan incondicional era lo que más necesitaba.

Se había aguantado el llanto durante tanto tiempo...

Aún no había tenido la oportunidad de caer en todo lo que estaba sucediendo en su vida y en la vida de toda su familia.

No tenía tiempo para eso, se lo había prometido a su papá. Le prometió que no se pondría mal. Tenía un trabajo y una promesa que cumplir... Pero la llegada de Andrés y sus cálidas palabras habían roto aquella barrera que había logrado construir.

Luego de agradecerle por ese momento tan especial que habían compartido, se quedaron hablando de las grabaciones de aquel día hasta que su equipo llegó al cámper para ayudarla a desmaquillarse y quitarse todo aquel "disfraz" que usaba para encarnar a Marcia.

Al volver a casa, no pudo evitar pensar una vez más en lo sencillo que le resultó dejarse llevar por la tristeza cuando estuvo con Andrés.

No se reprochó nada. Lo necesitaba.

El cansancio rápidamente la venció, dejándose caer así en un sueño profundo. Su cuerpo le exigía dormir.

Al día siguiente tuvo que volver a locación bien temprano para continuar con sus grabaciones.

¿Estaba preparada? No, por supuesto que no.

Dudaba volver a estarlo algún día en lo que durara el rodaje. Pero tenía más de 10 escenas, diferentes locaciones. Debía cumplir.

Nuevamente, no tuvo mucho tiempo para pensar, más que cuando alguien se le acercaba a preguntarle cómo estaba.

¿Puede alguien erradicar de una vez esa pregunta?

Sabía que se preocupaban por ella, que no lo hacían con intención de entristecerla o recordarle el difícil momento que estaba pasando. Pero, por momentos, deseaba que nadie le hablara y mucho menos le preguntara cómo se encontraba.

Durante las primeras escenas, no se cruzó con ninguno de sus amigos.

Sabía que ellos se encontraban en otro lugar, grabando sus respectivas partes.

Volvió a pensar en lo bien que se sintió con Andrés, y sonrió.

Se distrajo bastante, repitiendo una y otra vez ciertas escenas que no salían bien. Por momentos las equivocaciones que tenía con Sebastián, quien interpretaba a Omar, se volvían perfectos para hacer un reel de bloopers.

Es que así es a la hora de grabar una novela, ¿cierto? Olvidos, risas, equivocaciones y sonidos de claqueta sin parar.

Al terminar, volvió a su cámper a descansar un rato y retocar su cabello y maquillaje antes de continuar con las escenas que seguían.

— Ara, te buscan. —Escucha decir.

Se volteó a ver de quién se trataba y oyó un gran y ruidoso:

— ¡Holaaaa!

Era Ana, quien entraba a pasitos saltarines al lugar, seguida por Andrés. Ambos traían unas bolsitas en sus manos y malteadas.

Aracely los miró sin entender.

— Te hemos traído cositas ricas para comer. —Dijo Ana, plantándole un enorme y sonoro beso en la mejilla.

— Están locos. —Respondió Aracely con una sincera sonrisa, viendo todas las cosas dulces que dejaban en la pequeña mesa del cámper.

Esos dos eran una caricia al corazón.

— Íbamos a traerte también unas marquesitas, pero Ana no se aguantó y las devoró en el camino. —Comentó Andrés, dándole un abrazo a la actriz, tomándola por sorpresa.— Tenemos que controlar la alimentación de nuestra hija, es un descontrol.

Aracely soltó una gran carcajada que llenó el lugar y rápidamente ellos también se le unieron.

Se sentaron a comer juntos y a beber sus malteadas, mientras Andrés no dejaba de aprovechar cada oportunidad que se le presentaba para soltar sus chistes y ocurrencias.

Por momentos, tanto Aracely como Ana, debían secarse las lágrimas que se les escapaban de tanto reír.

— Eres un burro. —Decía ella entre risas.

Luego de casi una hora de charlas, carcajadas y dulces, Ana se despidió de ellos para volver a su llamado, dejándolos solos en el cámper.

— Nos queda un rato más antes de volver al set. —Comentó Andrés, ya que ambos tenían llamado juntos, mientras terminaba de acomodar el desastre que habían hecho sobre la mesa.

— ¿Y a qué se debió este festín? —Preguntó Aracely, levantándose a ayudarlo.

Mirándola a los ojos, se acercó un poco más a ella, quedando a centímetros el uno del otro.

— Solo quería venir a verte y estar un momento contigo, ver cómo estabas...

— ¿Y Ana?

— Ya, pues Ana simplemente se invitó sola... No podía decirle que no. —Dijo entre risas.

La actriz se quedó mirándolo.

Tenía que admitir que el moreno tenía una sonrisa muy hermosa, atractiva incluso. Y su sentido del humor... ¡Wow!

— Me dijo que también quería verte y decidimos sorprenderte con algo rico. —Continuó él, haciéndola volver en sí.

— Gracias. —Simplemente contestó.

— Para eso estamos los amigos, ¿cierto?

Andrés le guiñó el ojo. 

Si no hubiera estado tan concentrada en lo que dijo, también se hubiera fijado en lo atractivo que se vio cuando hizo eso.

¿Por qué escucharlo decir aquello la había hecho suspirar algo decepcionada?

Mi fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora