Solo un impulso

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POV ARACELY.

— Solo unos retoques más y estarás lista. —Escuché decir a Hector, volviendo a la realidad.

— Perfecto, muchísimas gracias otra vez. —Respondí de manera casi automática.

La verdad es que no presté atención alguna a nada de lo que sucedía a mi alrededor luego de que Andrés se fue de mi cámper.

Todavía no entendía qué me había llevado a actuar así o qué fue lo que provocó en mí esas ganas tan fuertes de besarlo.

Una gran parte mía se arrepentía, pues él tiene pareja hace muchos años y no seré yo quien cree o traiga un problema a su familia.

Pero, ¿en qué estaba pensando? Solo fue un beso, no significa que vaya a volverme su amante, ni mucho menos casarme con él.

Y ahí estaba mi otro punto de vista, esa Aracely que no sentía remordimientos porque solo había sido un simple beso, algo que disfruté en ese momento y que evidentemente no significaría nada más que eso... Un beso ocasionado por un impulso.

Tratando de sacar esos pensamientos de mi mente, tomé mi libreto y volví al set, mientras repasaba lo que continuaba en mis diálogos.

Aún me quedaba una escena más para concluir la conversación con Iñaki, el personaje de mi Albertito.

Habíamos perdido demasiado tiempo luego de que me dio esa crisis de llanto, que estaba decidida a poner incluso más de lo que puedo para intentar obtener las escenas en una sola toma y, verdaderamente, lo único bueno y algo que también nos ahorraría un poco de tiempo, era que las siguientes escenas que tenía que grabar también tenían el mismo vestuario. No haría falta cambiar nada.

Logré no pensar tanto. Logré no ponerme triste nuevamente pues, apenas abandoné el cámper, miré al cielo y le pedí fuerzas a mi papito... Le prometí a mi shulada que daría lo mejor para que no hubiera más complicaciones ese día.

Tampoco volví a ver a Andrés desde que se fue del cámper, así que eso me ayudó también a no sobrepensar lo que había sucedido. De igual manera, sé que tenemos que hablar del tema... Ninguno de los dos podemos arriesgarnos a cometer errores o actos impulsivos.

¡No somos adolescentes, por el amor de Dios!

Pero, en fin... Lo que restó del día de llamado se me pasó increíblemente rápido y lo agradecía internamente. Mis ganas de irme a casa eran cada vez más grandes. Necesitaba que terminara ese día a como dé lugar.

Ya nuevamente en el cámper, mi equipo comenzó a ayudarme a quitarme la peluca pelirroja y estaba por ir a cambiarme cuando mi coach me avisó que había alguien afuera, preguntando por mi.

No sé por qué se me hizo un nudo en el estómago apenas la escuché.

¿Sería Andrés?

Tratando de calmar esos repentinos nervios, me dirigí hacia la puerta y me llevé una enorme sorpresa al ver un gran ramo de flores que tapaba el rostro de quien lo sostenía.

¡Definitivamente era él!

Mi corazón se aceleró de una manera inexplicable. Sentí que se me hacía la piel chinita de solo imaginar que había pensado en tener aquel detalle tan bonito para conmigo.

Pero, ¿qué me sucedía? Tenía que dejar de una vez por todas esas tonterías.

Intenté bromear...

— ¿Y esta rosa? —Dije, haciendo referencia a aquella conocida frase de "La Rosa de Guadalupe".

— ¿Tú solo ves una? Pensé que eran una docena, tía. Me han timado. —Escuché responder a aquel conocido acento español, mientras que bajaba un poco el ramo para dejar ver su rostro.

Mi fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora