Solo un sueño

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Se sentía completamente desconcertada, su mente y sus deseos le habían jugado una muy mala pasada.

Su respiración estaba agitada... De tan solo recordar lo que había soñado, su corazón se aceleraba a tal ritmo que sentía que se le saldría del pecho.

Intentando sosegarse, respiró profundamente tres veces, cuando oyó que alguien llamaba a su puerta.

— ¿Ara? —Era Andrés.— ¿Estás despierta? Debemos irnos en un momento o se nos hará tarde. 

Rápidamente se levantó de la cama y se puso su albornoz, antes de dirigirse hacia la puerta.

Al abrirla, se encontró al moreno tras ella. Lo vio con prendas diferentes a las que llevaba la noche anterior y su cabello estaba mojado.

— Siempre traigo una muda de ropa en el carro, por las dudas. —Dijo al ver su gesto de sorpresa.— Y me tomé el atrevimiento de darme una ducha antes de irnos, espero que no te moleste...

— Sí, claro. No te preocupes. —Respondió, evitando su mirada.— Haré lo mismo, ¿me esperas en la sala o ya te vas al set?

— Te espero, por supuesto. —Contestó sin titubear.

Aquella lluvia de agua tibia cayendo sobre su cuerpo la ayudó a relajarse un poco y dejar de lado los nervios. Le vino perfecto, porque lo necesitaba.

Andrés la estaba esperando para irse juntos y así comenzar con otro día más de grabación, por lo tanto, su nerviosismo al tenerlo cerca no podía hacerse tan evidente.

Minutos más tarde, se dirigió hacia la cocina al escuchar que alguien se encontraba allí.

Sonriente, su amigo la recibió con un café y unas tostadas con aguacate, huevo y parmesano rallado.

— Nos preparé un desayuno rápido para que no nos vayamos con el estómago vacío. —Dijo, acercándose a ella con la taza de café.

— Gracias, Andresito. —Respondió, aún sin mirarlo a los ojos.

El moreno había notado que, siendo la segunda vez en el día en que se veían, ella evitaba fervientemente el contacto visual. Pensó que quizás la mañana no había comenzado bien para Aracely, por lo que decidió no preguntar.

El camino hacia el set transcurrió en absoluto silencio.

La rubia se limitaba a mirar por la ventanilla mientras tarareaba alguna que otra canción que sonaba en la radio.

Andrés podía sentir cómo, una vez más, ella ponía distancia entre ellos. No entendía por qué pero, otra vez, volvía a suceder.

Se sentía tentado a preguntarle si todo iba bien, pero sabía que cuando ella actuaba de aquella forma era porque necesitaba su espacio y lo último que quería hacer era agobiarla.

Al llegar a su destino, Aracely se despidió de él de una manera tan formal que terminó por sorprenderlo y descolocarlo aún más.

Debía hablar con ella, pero esperaría a que terminara el día de grabación para poder hacerlo a solas y para no alterar la tranquilidad de la filmación. Al ser los últimos días de rodaje, querían que todo saliera perfecto y sin complicaciones.

Las escenas próximas a grabar contaban con la presencia de la teniente Acuña, Iñaki y, por supuesto, del matrimonio Lombardo.

Aquel día parecía no tener fin, pero las tomas casi perfectas hicieron mucho más llevaderas las infinitas horas de grabación.

Entre toma y toma, los pequeños descansos que usualmente aprovechaban para conversar, siempre terminaban en carcajadas que luego les costaba acallar y les hacían difícil volver a ponerse serios para comenzar a grabar.

Mi fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora