Cuando estuvo adecuadamente vestida, Alex apartó la cortina y salió del probador en dirección al vestíbulo de la sastrería. Vio a Piper de inmediato. Estaba sentada junto al escaparate, su melena rubia reflejaba los rayos del sol y parecía hecha de fuego. El contraste entre su pelo y el azul hielo de su vestido era increíble y muy acorde con las circunstancias. El fuego del deseo de ella la había quemado por dentro y sus palabras lo habían dejado helada.
De hecho, la sorprendió ver que Piper lo había esperado durante las dos horas que había tardado el sastre en arreglar el traje. Alex estaba convencida de que se iría. Pero Pipes no era de la clase de personas que huían de las situaciones incómodas. Quizá no quisiera hablar sobre el asunto, pero jamás saldría corriendo. En realidad, ésa era una de las cosas que más le gustaban de ella.
Suspiró y se maldijo por haber ido demasiado lejos, pero había sido incapaz de reaccionar de otro modo. No la entendía y no sabía cómo pedirle perdón si no tenía ni idea de qué le pasaba. ¿Por qué estaba tan empeñada en que no existiese nada importante entre las dos? Si la deseaba tanto como la deseaba a ella, ¿por qué se negaba a hacer algo al respecto?
Piper no era de la clase de mujeres que rehuían los deseos de la carne. ¿Acaso estaba enamorada de su amante? Alex cerró los puños sólo de pensarlo. Ella sabía mejor que nadie que se podía amar a una persona y disfrutar del placer de acostarse con otra.
Se maldijo interiormente. Era evidente que no había cambiado tanto como creía si seguía siendo capaz de toquetear a una mujer en un probador. ¿Qué diablos le pasaba? Alguien respetable no trataba así a su mujer. Tendría que cortejarla y no babear delante de ella y pensar sólo en echarle un polvo.
Habló antes de llegar a su lado, para no asustarla.
—¿Lady Vause?
Pipes dejó de mirar por el escaparte y se volvió hacia ella con una sonrisa.
—Milady, estás magnífica.
«¿De modo que así están las cosas?»
Piper iba a fingir que no había pasado nada.
Alex le sonrió con todo su encanto y le cogió una mano para llevársela a los labios.
—No tengo más remedio, si quiero ir al lado de una mujer tan guapa como tú.
La mano de Piper tembló ligeramente en la de ella y, cuando habló, su voz sonó algo forzada.
—Me halagas.
Alex deseó poder hacer mucho más que eso, pero iba a tener que esperar.
Colocó la mano de Piper en su antebrazo y la acompañó hasta la puerta.
—Ni siquiera yo estoy tu altura —dijo Piper, mientras ella cogía el sombrero de Piper de manos de un dependiente y se lo daba.
Las campanillas de la puerta sonaron y Alex dio un paso hacia ella para dejar paso al nuevo cliente. La temperatura aumentó entre las dos, Pipes se sonrojó y ella se puso tensa.
—Necesitas una amante —susurró Piper con los ojos muy abiertos, sin dejar de mirarla.
—No necesito una amante. Tengo una esposa que me desea.
—Buenas tardes, milady —dijo el dependiente al otro lado del mostrador.
Alex se puso al lado de ella y volvió a ofrecerle el brazo. Ahora que las dos estaban frente a la puerta, se percató de que había un caballero de aspecto distinguido mirándolas horrorizado y Alex no tardó ni un segundo en adivinar quién era.
Y lo que seguramente había oído.
—Buenas tardes, lord Hargreaves —lo saludó, colocando los dedos de una mano encima de los de Pipes y apretándoselos para dejar claro que ella le pertenecía.
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🔸🔸𝙈𝙔 𝘿𝙀𝘼𝙍 𝙒𝙄𝙁𝙀🔸🔸
Fanfiction"Lady Piper Chapman y Alex Vause, marquesa de Grayson, son la pareja más escandalosa de todo Londres. Tienen en común una lujuria desmedida, un gran ingenio, una provocativa reputación en entredicho y lo más importante, ninguna intención de enamorar...