Capítulo 6

198 32 7
                                    

Alex cruzó el pasillo que conducía a la habitación que Artesian había reservado en aquel hotel y maldijo por enésima vez a su terca esposa.

Hacerle caso a Piper tenía sus ventajas. El deseo que sentía esa noche era prácticamente insoportable y la había presionado tanto que había terminado por asustarla. Alex lo sabía, igual que sabía que tenía que darle tiempo para que se acostumbrase tanto a su regreso como a su cambio de actitud.

Sí, si se acostaba con Artesian saciaría un poco la lujuria que sentía, pero...

¡Maldita fuera! Ella no quería saciarse. Quería sentir ese anhelo, esa sensación embriagadora que le provocaba Pipes y no quería apagarla con una sustituta.

Pero sólo de imaginarse a su esposa con Hargreaves hacía que le hirviera la sangre. No estaba dispuesta a permitir que Piper apagase su deseo sin hacer ella lo mismo. Llamó a la puerta de Artesian y entró.

—Sabía que vendrías —le dijo ella, seductora y desnuda desde la cama.

Lo único que llevaba era un lazo negro alrededor del cuello. Alex tuvo una erección al instante; cualquier hombre la tendría al ver a aquella mujer así.

Artesian era muy hermosa y con mucho apetito sexual, el suficiente como para convertir el enfado y la frustración de Alex en lujuria.

Se quitó la chaqueta y se desabrochó el chaleco a medida que iba acercándose decidida a la cama. Artesian se puso de rodillas y se acercó a ayudarla.

—Vause —dijo sin aliento, con aquella voz infantil. La desnudó con manos impacientes y la ropa fue amontonándose en el suelo—. Esta noche estás muy excitada.

Alex se tumbó encima de ella y la apretó contra la cama, luego giró sobre sí misma y dejó que Artesian quedase encima.

—Ya sabes lo que tienes que hacer —le dijo y se quedó allí tumbada, mirando el techo, dejando la mente completamente en blanco para no sentir nada durante aquel sexo sin sentido que estaba a punto de comenzar.

Ella le quitó la camisa y le pasó la mano por los músculos del abdomen.

—Creo que podría tener un orgasmo sólo mirándote. —Se inclinó hacia ella y le presionó los pechos contra el muslo mientras le desabrochaba los pantalones—. Pero haré algo más que mirar. Alex cerró los ojos y pensó en Piper.


Piper bajó del carruaje y entró en la casa de Hargreaves a través de las caballerizas. Había recorrido ese mismo camino cientos de veces y antes siempre se sentía contenta y ansiosa por ver a John. Sin embargo, esa noche era completamente distinto. Se notaba el estómago encogido y le sudaban las palmas de las manos. Alex se había ido a caballo y no tenía ninguna duda de que se había marchado en busca de otra mujer. Y había sido ella la que la había empujado a hacerlo.

Probablemente ya estuviese dentro de ella, moviendo su maravilloso trasero al ritmo de sus caderas y penetrándola con su impresionante miembro. Se dijo que era mejor así. Su matrimonio funcionaría mejor si Alex estaba con otra mujer desde el principio y no si se la buscaba después de que ella se le hubiese entregado.

Pero a pesar de que era consciente de eso, no se sentía nada bien. Las imágenes seguían atormentándola y no podía dejar de ser posesiva con Alex. Y mientras caminaba en silencio por el pasillo del piso de arriba de la mansión, no pudo evitar sentirse culpable por estar traicionando a su esposa. Llamó suavemente a la puerta del dormitorio de John y entró.

Hargreaves estaba sentado frente a la chimenea, vestido con un batín de seda y con una copa en la mano.

—Creía que no ibas a venir —le dijo con la mirada perdida en el fuego. Arrastraba un poco la voz y Piper vio que la botella estaba casi vacía.

🔸🔸𝙈𝙔  𝘿𝙀𝘼𝙍  𝙒𝙄𝙁𝙀🔸🔸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora