Capítulo 13

269 34 8
                                    

En cuanto el carruaje de Alex entró en el concurrido camino que conducía a la mansión de los Hammond, Piper no pudo contener un gemido de frustración. Vio que había un invitado en particular al que no tenía ningunas ganas de ver.

Sentada delante de ella, Alex levantó una ceja a modo de pregunta.

«Tu madre», articuló sin sonido para no disgustar a Spencer, que compartía asiento con su esposa.

La aristócrata se apretó el puente de la nariz y soltó un largo suspiro.

Piper perdió de repente las ganas que tenía de disfrutar del fin de semana. Bajó del carruaje con la ayuda de Alex y consiguió sonreír, mientras observaba al resto de los invitados.

Tuvo un escalofrío cuando la marquesa viuda de Vause le guiñó un ojo en plan conspirador. Aquella mujer le gustaba mucho más cuando eran enemigas.

—Piper.

El alivio que sintió al oír esa voz a su espalda fue abrumador. Se dio la vuelta y cogió las manos a Caleb como si se estuviese ahogando y él pudiese salvarla. La sonrisa de su hermano fue arrolladora y vio que estaba guapísimo, con su cabello castaño peinado hacia atrás bajo el sombrero.

—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó, consciente de que a él no le gustaban las fiestas campestres.

—He sentido la necesidad de estar rodeado de gente respetable —contestó como si nada.

—¿Estás enfermo? —le preguntó ella, entrecerrando los ojos.

Caleb se rió echando la cabeza hacia atrás.

—No, aunque supongo que estoy un poco melancólico. Unos cuantos días en el campo me curarán.

—¿Melancólico? —Piper se quitó un guante y le tocó la frente con la muñeca. Su hermano puso los ojos en blanco.

—¿Desde cuándo da fiebre el mal humor?

—Tú no has estado de mal humor en toda tu vida.

—Hay una primera vez para todo.

Unas manos en su cintura captaron la atención de Piper.

—Alex —saludó su hermano, levantando la mirada por encima de la cabeza de ella.

—Caleb —le devolvió Alex el saludo—. No esperaba encontrarte aquí.

—Un ataque de enajenación mental transitoria.

—Ah. —Alex acercó a Piper a su cuerpo consiguiendo que ella la mirase con los ojos abiertos como platos. Tenían el acuerdo tácito de no tocarse en público, dado que, al parecer, bastaba con eso para que ardiese la pasión entre los dos—. Me parece que yo sufro la misma enfermedad.

—Alex, Piper, qué alegría encontraros aquí a las dos —les dijo la marquesa viuda, acercándose.

Piper abrió la boca para contestar, pero justo entonces, Alex le pellizcó las nalgas y la hizo saltar, dejando completamente atónita a la madre de la pelinegra.

Piper echó disimuladamente una mano hacia atrás e intentó golpear la de ella.

—¿Te encuentras mal? —le preguntó la marquesa viuda, con cara de desaprobación—. No tendrías que haber venido si estás enferma.

—Está perfectamente bien —contestó Alex en plan seductor—. Puedo asegurártelo.

Piper le dio un pisotón en la bota, aunque ella ni se inmutó.

«¿Qué pretende?»

No lograba entenderla. Parecía como si intentara seducirla allí, delante de todos...

🔸🔸𝙈𝙔  𝘿𝙀𝘼𝙍  𝙒𝙄𝙁𝙀🔸🔸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora