Capítulo 12

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—Qué interesante que haya venido sin Alex —murmuró Artesian, con la mano encima del antebrazo de Hargreaves.

Volvió la cabeza e inspeccionó de nuevo la multitud.

—Tal vez tenga intenciones de venir más tarde —contestó el conde, con más indiferencia de la que a ella le habría gustado.

Si Hargreaves dejaba de desear a Piper, ella volvería a estar sola en su intento de recuperar a Alex como amante.

Se soltó y dio un paso atrás.

—Caleb no está con ella. Ahora sería un buen momento para acercarte.

—No. —Hargreaves la miró con una ceja enarcada—. Ahora no es buen momento. Piensa en lo que dirían si nos vieran.

—Las habladurías son nuestra mejor arma —rebatió ella.

—Alex es una mujer con la que no se puede jugar.

—Estoy de acuerdo. Pero tampoco lo eres tú.

El conde deslizó la vista por la sala de baile y se detuvo durante un instante en su antigua amante.

—Mira lo triste que está —insistió Artesian—. Quizá ya se arrepiente de la decisión que ha tomado. Pero nunca lo sabrás si no hablas con ella.

Fue esa última frase la que consiguió el efecto deseado y, con una maldición, Hargreaves se apartó de su lado y, decidido, echó los hombros hacia atrás.

Artesian sonrió y se dirigió en dirección opuesta, en busca del joven Vause. Fingiendo que quería pasar por su lado, le pasó los pechos por el antebrazo y, cuando él se volvió para mirarla con los ojos abiertos como platos, ella se sonrojó.

—Lo siento, mi lord.

Lo miró con los párpados entornados.

Él esbozó una sonrisa indulgente.

—La disculpa no es en absoluto necesaria —dijo seductor, aceptando la mano que ella le tendía. Se apartó del camino de la dama, pero ésta lo retuvo y él arqueó una ceja, confuso—. ¿Mi lady?

—Me gustaría ir a la mesa de las bebidas, pero me da miedo pasar sola entre tanta gente. Y me estoy muriendo de sed.

—Será todo un honor ofrecerle mis servicios —contestó con una sonrisa experta.

—Es muy galante por su parte acudir en mi ayuda —dijo ella, caminando a su lado.

Artesian lo estudió de soslayo. Era muy guapo, aunque no del mismo modo que su hermana mayor. A pesar de su aparente indiferencia, Alex tenía un aire peligroso que nadie podía pasar por alto. Sin embargo, en el caso de Alex, esa indiferencia no era sólo una fachada.

—Mi objetivo en la vida es ayudar a las mujeres hermosas tan a menudo como me sea posible.

—Lady Chapman es muy afortunada de tener a los dos guapísimos Vause a su servicio.

El brazo de Vause se tensó bajo su mano enguantada y Artesian no pudo reprimir una sonrisa. Algo iba mal en casa de Alex, una circunstancia que sólo podía jugar a su favor.

Tendría que seducir al joven Vause con sus artimañas y descubrir de qué se trataba y, a decir verdad, la perspectiva le resultaba cada vez más atractiva.

Miró por encima del hombro para asegurarse de que Hargreaves había ido en busca de Piper. Mientras, ella siguió avanzando satisfecha y decidió disfrutar el resto de la velada con Spencer.

—Piper.

John se detuvo a una distancia prudencial y la recorrió con la mirada de la cabeza a los pies, admirando las perlas que llevaba entre los mechones de Pelo rojizo y el precioso vestido verde oscuro, que hacía resaltar su piel de porcelana a la perfección. La gargantilla de tres vueltas que llevaba en el cuello ocultaba muy bien parte de su sonrojo, pero John lo vio de todas maneras.

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