Capítulo 7

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Han transcurrido varios días desde la última vez que vi a Damián, no he sabido nada de él y eso me tiene triste, aunque trate de ocultarlo.

Sigo acostada hasta que suena el despertador, el reloj marca las 7:00 am. Hoy es el día de mi graduación de la secundaria, abro las cortinas es una mañana soleada llena de sentimientos confusos, pues me siento feliz por comenzar una nueva etapa en mi vida, pero no puedo evitar sentirme nostálgica al pensar que ya no volveré a la secundaria, lo que pasé con mis amigos, con mi profesora favorita, etc. Pero así es la vida y sé que esta nueva etapa que está por comenzar será fantástica.

—Nel ¿Ya estás lista? —grita mamá desde la puerta.

—Ya casi mamá, me pongo los zapatos y listo.

Termino de abrochar mis zapatos negros escolares; me veo en el espejo de cuerpo completo, estoy vestida con el uniforme azul marino y con medias blancas. Ni en el día de mi graduación me salve de llevar el uniforme. Mi pelo suelto con un listón azul como diadema, mi mamá me dio permiso de usar rímel y ponerme labial color rosa pálido que apenas se nota, pero para mí es suficiente.

Al salir de mi habitación veo a Lalo sentado en el sofá con sus maletas a un lado. Coincidió mi graduación con su viaje, así que terminando el evento lo llevaremos al aeropuerto.

—Enana, a partir de hoy ya no estaré aquí con ustedes, así que trata de no meterte en problemas y sé un poco más madura por favor, vas a entrar a una nueva etapa, no es como la secundaria así que échale ganas —yo asiento y él se levanta del sillón y me estrecha entre sus brazos.

—Que bonito es verlos así —dice mamá uniéndose al abrazo.

La verdad no soy mucho de abrazar a mi hermano, pero he de admitir que de vez en cuando se siente bien, ya que no tengo una figura paterna, desde hace 6 años mi padre abandono a mi mamá por irse con su nueva pareja, eso fue bastante doloroso para nosotros ya que éramos una familia perfecta. Aún recuerdo esas noches donde mi madre lloraba y fingía que todo estaba bien, a pesar de que yo estaba pequeña en sus ojos se notaba que no era verdad.

Esa noche fría de diciembre estábamos Lalo y yo esperando a que llegará, se supone que se había ido de viaje por trabajo una semana, y esa noche regresaría; y así fue, llegó, pero no como lo pensábamos, regreso borracho y con la camisa blanca manchada de labial. Desde esa fea noche mis padres se separaron, vi como mi mamá lloraba por las noches destrozada por la infidelidad de mi padre.

Lo he visto muy poco durante estos 6 años y realmente tengo la esperanza de que hoy vaya a mi graduación.

Cuando nos subimos al auto mi mamá enciende el stereo y pone su CD de flans; comienza la canción "Bazar" no dudamos en cantar, mientras mi hermano nos pide que nos callemos.

—Hemos llegado a nuestro destino —comenta mi mamá apagando el auto.

Al bajarnos a la primera persona que veo es a Valeria con su familia; sus papás y sus dos hermanos Enrique y Jessica. Se acercan a saludarnos y comenzamos a avanzar hacia la explanada donde se llevará a cabo la clausura, giro a buscar a mi madre pero ella se quedo en el auto buscando no sé que.

Valeria y yo nos acomodamos en nuestros respectivos lugares asignados por apellidos. Poco a poco se van llenando los asientos por mis compañeros de salón. Mi mamá aparece de nuevo con la mano llena de globos y una bolsa de regalo que no sé de donde saco, se sienta a un lado de Lalo y ambos levantan la mano saludándome.

—Buenos días alumnado, padres de familia y personal que labora en este plantel educativo, damos comienzo a la ceremonia de clausura de la generación 2002-2005 —anuncia el Director González por el micrófono.

Rosas para MarinelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora