Capítulo 18

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Hoy es sábado y eso significa que es el día de ir a patinar en compañía de Damián, me siento nerviosa de volver a patinar con él.

Tengo varios meses sin practicar y espero que no vaya a cometer un error que ocasione una caída. No es chido caerse frente a la persona que te gusta.

Estoy terminando de ponerme mis tenis cuando tocan la puerta de mi habitación.

—Enana, tu galán ya llegó —anuncia mi hermano desde afuera de mi cuarto.

Lalo vino de visita, porque mi mamá preparo su comida favorita y seguramente llevará para tener que comer por varios días.

Me doy un último vistazo en el espejo y me siento conforme con el resultado; una blusa rayada color blanca con negro y un jeans azul deslavado; llevo una media coleta para recordar viejos tiempos.

En la sala me encuentro a mi hermano con su amigo sentados hablando de videojuegos, mi madre por los ruidos que se escuchan ha de estar cocinando.

—Qué hermosa te ves Nel —se pone de pie y se acerca a mí.

El aroma de su perfume cautiva mis sentidos, me da un abrazo rápido y un beso en la mejilla.

—No quiero ver otro beso como el que vi en la graduación —habla Lalo haciendo una mueca de asco.

Damián se ríe y se acerca a mi hermano le pone un brazo en los hombros.

—Ya no te pongas celoso, cuñado.

Al escuchar la forma en que llamó a Eduardo no puedo evitar sonrojarme, seguro que ahorita parezco un tomate por lo roja que se encuentran mis mejillas, todo lo contrario sucede con mi hermano ya que él bufa y lo mira con coraje.

—Ya mejor váyanse —se cruza de brazos.

—No me corras de mi casa, mejor vete tú, gusano —le respondo golpeando su brazo juguetónamente.

—Que se diviertan y se portan bien.

Damián y yo vamos en su automóvil con rumbo a la pista de patinaje.

Dentro de su auto vamos platicando sobre cómo nos va a mí en la universidad y a él en el trabajo; de fondo se escucha música de banda, siendo especifica es una canción de la banda el recodo.

Llegamos a la pista de patinaje y Damián baja rápido para abrir mi puerta, me da la mano para ayudarme a bajar.

Que caballeroso.

La pista está casi vacía así que tenemos mucho espacio para patinar sin chocar con demás personas.

—La edad te está restando velocidad —lo molesto al ver de reojo que lo deje atrás.

Escucho su risa justo antes de sentir su mano deteniéndome del brazo.

—No lo creo, hermosa —dice a un lado de mí.

Y así transcurren dos horas donde las risas no faltan, me he caído varias veces intentando girar, la falta de práctica se hace notar hasta en Damián, quien paso de ser un entrenador fantástico a alguien que también tiene errores.

**

Estamos en una pequeña taquería, ya que el hacer ejercicio nos dio hambre, él bebe refresco y yo una limonada, mientras nos traen nuestros tacos.

—Aún recuerdo el primer día que te inscribiste a las clases que yo impartía. Me sentí muy nervioso —comenta él jugando con el popote de su bebida.

Sonrío ante el recuerdo de lo emocionada y nerviosa que me sentía esa tarde.

—Debo de confesar que sólo me inscribí para pasar tiempo contigo —veo sus ojos con algo de pena.

Es increíble que después de varios años todavía me ponga nerviosa y mis manos suden.

—Algo así sospechaba, no eras muy discreta. Recuerdo un día cuando me hiciste una escena de celos cuando ayudaba a otra chica —ríe acariciando mi mano.

—Vaya, que buena memoria tienes.

Abre la boca para responder, sin embargo en ese momento llega el mesero con nuestros tacos, al ver la comida se me hace agua la boca.

—Solo con lo que en verdad me importa —susurra para nosotros dos solamente.

Al oír esa respuesta siento unas ganas inmensas de besarlo y abrazarlo fuertemente, pero aún no se gana mis besos.

—Sigue así vas por buen camino —contesto antes de morder mi taco al pastor con extra piña.

—Me da gusto saber eso. ¿Y cómo te fue en el examen? —me pregunta antes de morder su quesadilla.

—Espero sacar mínimo un 8, es que era de estadística y sabes que no soy buena con los número.

—Ya veras que sí, Nel.

Antes de dejarme en mi casa llegamos a comprar helados, Damián compró uno de fresa con vainilla y yo uno de chocolate con chispas de colores encima.

Al lamer el helado siento que me he embarrado la mejilla y lo confirmo cuando siento los dedos del chico quitarlo y luego lo lame.

—Delicioso —dice divertido.

—Yo no probé del tuyo —respondo al ver que ya sólo le queda el cono

—Algún día podrás hacerlo.

Vaya, eso ha sonado como a doble sentido y trato de disimular

**

Ya estamos fuera de mi hogar, él está frente a mí y yo estoy recargada en la puerta.

—Me la pase genial contigo —confieso viéndolo, espero no babear.

—Yo también, hace mucho tiempo que no me divertía así, ojalá que pronto se repita.

Veo la hora y son las 8 de la noche, el cielo está completamente estrellado y la luna está en todo su esplendor; cuando era una adolescente siempre quise un beso bajo las estrellas con Damián, cumplí ese sueño con mi ex novio; pero siento que hubiera sido más especial con el chico que tengo frente a mí.

Sin pensarlo me paro en puntillas y le doy un beso en la comisura de la boca, siento mis mejillas calentarse.

—Buenas noches Damián —abro la puerta rápidamente y entro a mi casa dejándolo con la palabra en la boca.

—Buenas noches Nel —grita, segundos después escucho el sonido de su auto siendo encendido.

Sin duda alguna fue una buena tarde que quedará guardada en mi memoria.



Rosas para MarinelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora