Capítulo 19 (penúltimo)

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Hoy Damián y yo iremos al parque de diversiones; ha pasado un mes desde que hemos salido a citas, tales como al cine, al parque y a cenar.

Varias veces me sorprendió con cartitas o notas que me enviaba con Tatiana a la universidad, hasta el momento no me ha dado rosas.

Estoy en mi habitación terminando de hacerme dos trenzas cuando escucho el sonido de un claxon afuera de mi casa, me asomo por la ventana y efectivamente se trata de él.

Al bajarse de su auto me ve y saluda con su mano, yo estoy a punto de mandarle un beso, pero me arrepiento y cierro la cortina; tomo mi bolso rápido y bajo las escaleras.

—Que guapa te ves hija —dice mi madre disfrutando de su refresco de naranja.

—Gracias mami, igual de guapa que tú —me acerco a darle un beso en la mejilla.

Ella sonríe dejando de lado el plato con su comida.

—¡Qué se diviertan Nel! y me saludas a Damián —se despide Isa, mi madre.

Salgo de mi casa y me encuentro con el chico de mis sueños recargado en su automóvil, parece como si estuviera posando para una revista.

—Hola —lo saludo con una gran sonrisa.

—Qué bonita te miras, espero que te diviertas conmigo —me da un beso en la mejilla.

—Tú también te ves muy guapo —lo observo detenidamente.

Nos subimos al coche es cuando entonces noto un pequeño oso de peluche color gris con un corazón, él siempre es tan detallista.

—Que lindo detalle, gracias Damián —acaricio el peluche.

—Me gusta verte y hacerte feliz —su mano acaricia lentamente mi mejilla.

No tarda en encender el estéreo poniendo música, es bueno que tengamos los mismos gustos, por las bocinas se escucha a la quinta estación.

—Cuéntame ¿Cómo estuvo tu día? —pregunto viéndolo conducir.

Da un suspiro largo antes de responderme.

—Algo cansado, estuve leyendo unos documentos sobre mi siguiente caso a defender que es un poco complicado, pero no imposible. Es un divorcio, ambos quieren la custodia de los hijos.

—Mucha suerte entonces, me imagino que debe ser un poco estresante.

—La verdad sí Nel, pero no hablemos de mi trabajo que no quiero asustarte. Mejor dime ¿Cómo te va en la escuela?

Ya se acerca la época donde no se puede dormir bien por estar estudiando hasta tarde para los exámenes, necesito sacar un buen promedio y está vez no para que mi madre me dé permiso para inscribirme a algún curso, si no porque quiero superar mis metas planteadas.

—En unas cuantas semanas comienzan los exámenes, otra vez —me quejo.

—Recuerdo esas noches estudiando y a la mañana iba a presentar el examen en modo zombie —se ríe y me hace reír a mí también.

20 minutos de recorrido después.

A lo lejos se ven los juegos mecánicos. espero no vomitar la comida.

—Llegamos, ahora a divertirnos —apaga el vehículo y corre para abrirme la puerta.

—Gracias, tú siempre tan caballeroso —respondo sonriendo.

Al bajarme del carro Damián me da su mano, tardo unos segundos en tomarla, espero no me vaya a sudar a causa de los nervios que provoca pensar subirme a los juegos, estaba tan perdida en mis propios pensamientos que no lo escucho preguntándome algo.

—Perdón ¿Me podrías repetir lo que me dijiste? Por fa.

—Te decía que a dónde quieres ir primero, ¿Al péndulo o a la rueda de la fortuna? Si quieres algo más leve —riéndose me dice.

¡Ah se burla de mí! por lo menos no dijo que al carrusel.

—Te burlas —hago un puchero.

—Claro que no Nel.

—Yo creo que si lo haces, eres muy malo.

Veo unas bancas a unos cuantos metros de donde estamos, creo que es mejor idea el sentarnos a platicar sobre nosotros y dejar en claro nuestros sentimientos, le comente y estuvo de acuerdo, nos sentamos uno del lado del otro.

—Dime en realidad si quieres entregarme el corazón, te he estado esperando por mucho tiempo. Un día parece que por fin seremos felices juntos y de repente algo malo sucede, la verdad me estoy cansando de eso Damián, así que dime si en verdad quieres estar conmigo o no —doy un suspiro al terminar de hablar.

En lugar de responderme él se pone de pie, se aleja unos cuantos metros, esa es una clara respuesta de que no quiere estar conmigo. Me siento estúpida por volver a creer en él otra vez, siento el desagradable nudo en la garganta, pero no quiero llorar.

Me pongo de pie y comienzo a alejarme de ahí, lo que sería una tarde inolvidable se convierte en una de las peores.

—¡Espera Nel! No te vayas.

¿Qué no me vaya? es tan idiota como para pensar que voy a quedarme después de lo que hizo.

—¡NEL!

Escucho su voz desesperada detrás de mí, no quiero detenerme, sin embargo, no puedo evitarlo. Al girar lo veo con una flor amarilla en la mano que no sé de dónde saco.

—No sé que hayas pensado, pero quiero estar contigo —peina su cabello con la mano libre.

—Pensé que te ibas, ya que sólo te levantaste sin decir nada —hago una mueca con la boca.

Él se vuelve a sentar en la banca y yo lo sigo, pero esta vez dejando unos centímetros de distancia entre nosotros.

—Aún sigues teniendo dudas sobre lo que siento por ti Nel, sé que antes fui un cobarde al alejarme de ti y pretender olvidar los sentimientos que causas en mí. También sé que no puedo cambiar el pasado, te hice llorar sin querer; hoy quiero proponerte que empecemos de nuevo, no tengo una rosa roja aquí, pero esta flor amarilla es el símbolo de lo que siento por ti, hermosa —me da la flor y su mano toma mis dedos.

Cuantas noches soñé con este momento, acepto la flor con una gran sonrisa.

—Me equivoque al dudar de ti, siendo sincera ahora lo noto en la forma en que me miras. Te quiero —agarro su mano y con el pulgar acaricio el dorso.

—Te quiero Nel, ¿Quieres ser mi novia? —su pregunta me hace flotar entre nubes.

—¡Si quiero ser tu novia! —emocionada respondo.

Su rostro se acerca al mío lentamente y con su mano acaricia mi mejilla, siento su boca darme un tierno beso de piquito.

Nos dirigimos primero a la montaña rusa, nos subimos y tomo su mano rápidamente apretándola fuerte, él me susurra que me tranquilice.

Durante el tiempo que duro arriba de la montaña, no puedo dejar de gritar, seguramente dejé sordo a Damián.

Al bajarme del juego mecánico parece que quedaré sin voz de tanto que grite de miedo, admito que le tengo pánico a las alturas, pero yo por él soy capaz de vencer mis fobias, pensé que bajaría con nauseas y no es así.

Después nos subimos a los carritos chocones donde las risas no faltan al Damián pegarse en la frente con el volante, no resulto ser nada grave.

Comemos un algodón de azúcar el mío es de color morado y el de él es color azul, la tarde está terminando. Damián y yo estamos disfrutando del último juego el cual consiste en disparar en contra de unos jarrones y el que rompa todos gana un premio.

—¡Yeeeiii, te gane! —hago un baile ridículo celebrando mi triunfo, solamente dejé enteros cuatros jarrones de 12 mientras Damián dejo 8.

—Te deje ganar, eso es lo que hacen los novios —contesta dándome un beso en la frente abrazándome.

—Entonces mi novio es muy complaciente —le doy un besito.

¡Mi novio! ¡Damián es mi novio!

No quiero que termine este día inolvidable para mí, pero es hora de volver a casa.

Rosas para MarinelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora