6. Hogar por tiempo limitado

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[Narrador omnisciente]

Pasar más de ocho horas sentado en los pasillos finales de un avión con turbulencia fueron suficiente para que Finlandia recordara el verdadero motivo por el que hacía meses que no viajaba, y es que a penas ponía un pie en el andén para abordar, ya contaba los segundos restantes para llegar a su destino y poder quejarse con todos de lo pesado que fue el vuelo.

Sin embargo, hubo algo diferente en esa ocasión que inclusive le hizo sonreír una vez que llegó a la terminal aérea en territorio polaco. Poco le importó el excesivo tiempo que tuvo que esperar por su maleta, o tiempo que pasó perdido dentro del aeropuerto al no saber cual de todas las salidas tomar, pues al final de todo, cuando al fin logró llegar hasta el auto que lo esperaba para recogerlo, fue inevitable no ser consumido por una mezcla de felicidad y hasta nostalgia al encontrarse con un rostro que hacía años no veía.

- ¡¡Venäjä!! - Gritó con una amplia sonrisa que sólo creció cuando Rusia bajó de la camioneta para extender sus brazos algo tímido, dándole permiso al finlandés para correr hacia su dirección y abrazarlo 

- Jamás entenderé tu extraño idioma.. - Murmuró al oído del escandinavo 

- ¿No me has visto en casi una década y eso es lo primero que me dices? - Preguntó retórico mientras se separaba de Rusia, quien a su vez no dejó de sonreír

- Bueno, eso se solucionaría si vinieras a Europa más seguido

- O si tú dejaras de ser irresponsable y te mudaras a América de una vez. No sé cómo es que ONU aún te permita enviar a representantes para a las juntas después de tantos años..

- Si, bueno... prefiero manejar todo desde la comodidad de mis continentes - Ambos chicos se miraron por un par de segundos en los que no dijeron nada, felices simplemente de poder verse después de tanto - Estoy.. feliz de que hayas aceptado esto, sé que es por trabajo, pero de verdad me alegra poder verte

- Y a mí. Me da mucho gusto hablar contigo después de tanto..

- Desde que te casaste - Aseguró, recordando perfectamente ese último día en que se vieron - Fui tu padrino de bodas y ahora es como si fuéramos desconocidos 

- No.. no, eso jamás será así - Dijo, seguro de sus palabras y sin cambiar aquellas alegres expresiones que Rusia extrañaba desde hacía años

- Bueno, podemos seguir hablando camino al hotel. Te ayudaré con tus maletas - Rusia caminó a sus espaldas para abrir la puerta del auto en el que llegó, haciendo esto por Finlandia aún cuando había un chofer que conducía y hubiera hecho esto en su lugar 

Una vez que guardó las maletas del nórdico en la parte trasera del vehículo, Rusia subió para sentarse a su lado, siendo sólo cuestión de segundos para que comenzaran a hablar sin pausas, felices, y tranquilos, casi como si el tiempo jamás hubiera pasado entre ellos y todo de repente se sintiera como estar en casa.

Pues si, tal y como lo habían dicho, había pasado casi una década desde la boda de Finlandia, siendo esta la última vez en la que ambos se vieron; pues si bien, era un hecho que ninguno de los dos estaban acostumbrados a viajar más allá de los continentes donde cada uno vivía, las pocas veces que había llegado a coincidir, siempre había algún problema de tiempo o trabajo que les impedía verse, principalmente por parte de Rusia.

Finlandia no vio necesario mencionarle esto a América, pero otro de los principales motivos por los que había aceptado trabajar dentro de Polonia por casi un mes, era que aquel ruso era uno de los encargados principales del proyecto, por lo que al fin tendría la oportunidad de reunirse después de tanto tiempo en el que las llamadas habían sido cortas y los mensajes escasos.

- Nueve meses para amarte - Mexusa Countryhumans -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora