18. Miel en tus labios

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[Narrador omnisciente]

Con el paso de los días convertidos a semanas, Japón había entendido al fin porqué Brasil decidió llevarlo al bosque en primer lugar, y es que aún cuando los primeros días allí habían sido por mucho algo difícil, la realidad ahora es que no podía estar más agradecido con el mayor por haberlo llevado a lo que seguramente habían sido el descanso que tanto necesitaba; una oportunidad de alejarse de todo y de todos sin tener que preocuparse por el día siguiente, pudo olvidar todos sus problemas por un instante, y de pronto, todo lo que oprimía su corazón se fue evaporando..

Entrar en el bosque fue haber encontrado un nuevo sitio seguro a un lado de Brasil, quien de pronto se había convertido quizá en una de sus personas favoritas; una gran sorpresa considerando cómo fue el comienzo de su relación, pero la realidad era que con los días, Brasil había sabido demostrar cuánto le importaba Japón, y cómo más allá de las bromas románticas o acercamientos sugerentes, el latino estaba genuinamente comprometido con los sentimientos y la felicidad de aquel asiático que de pronto apreciaba esto más que nada... No podía estar más feliz de haber aceptado ese viaje, aún si éste estaba a punto de concluir.

Esa de hecho sería la última noche que pasarían en la vieja cabaña del latino, una ocasión especial que traía nostalgia al par de chicos, aquellos que se habían reunido para compartir juntos una última cena preparada por aquel brasileño que pretendía volver todo un momento especial, sirviendo lo que probablemente era el patillo menos saludable, más salado, con plásticos, y poco nutritivo que Japón podría amar. Dos platos de sopa instantánea..

Pues sí, puede que el oriental haya disfrutado mucho el haber ido al bosque, pero algo en lo que podía mentir, era cuánto había extrañado esa comida que tanto le recordaba a su país.. 

—Ahora mismo parece que estoy soñando —Pronunció un japonés con luz radiante en sus ojos y sonrisa ante el platillo que Brasil puso frente a él para la cena— ¿Si tenías esto en tu cocina entonces por qué estuvimos sobreviviendo del bosque hasta hoy? —Cuestionó para hacer reír al latino

—Bueno, sólo tenía un par de estas cosas, y supuse que lo mejor era guardarlas para una ocasión especial —Explicó antes de tomar asiento frente al asiático, sirviendo a la vez un par de vasos de agua— Soportaste cerca de un mes en el bosque sin señal y sin ser el obsesivo por el trabajo de siempre, creo que te merecías un premio antes de volver

—Sí, bueno, ¿Qué puedo decirte? Soy sorprendente —Se auto alagó con una sonrisa, la cual se borró instantáneamente cuando vio al latino tomar una cuchara dispuesto a comer su sopa, cosa que le hizo entrar en alarma— Hey, hey, hey ¿Qué demonios haces? ¿Quieres ofenderme?

—¿Huh? —Brasil levantó la cabeza confundido por el comentario, viendo como Japón se puso de pie y caminó hacia la sala de estar en donde ya estaban las maletas listas para el día siguiente

—Una cena así amerita algo mejor que comer con cuchara, y por suerte yo vine preparado para una ocasión como esta —Presumió antes se tomar una de sus tantas maletas de mano, de donde sacó un juego con palillos japones y soportes, presumiéndolos orgulloso mientras volvía a la mesa con Brasil

—¿Es en serio? ¿Olvidaste traer pasta detal pero empacas esas cosas? —Preguntó viendo como el asiático extendía el par de palillos en su dirección— Olvídalo, usaré mi cuchara

—¡Vamos! 

—Niño, es sólo sopa, no comeré con palillos —Soltó cruzándose de brazos cual protesta, sintiendo la necesidad de justificarse ante la mirada de Japón— Sabes que soy pésimo con ellos, en tu casa malamente podía sujetar alimentos sólidos, me demoraré una eternidad en esto

- Nueve meses para amarte - Mexusa Countryhumans -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora