14. Lo que eres en realidad

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[Narrador omnisciente]

Eran las primeras horas del día, donde el sol recién comenzaba a ser visible en el cielo de tonalidades anaranjadas, aquel del que poco a poco desaparecían las estrellas, trayendo consigo el canto de las aves que recién despertaban, era hermoso... Eso a diferencia de cierto japonés que había sido levantado a la fuerza desde hacía más de una hora, todo gracias a su acompañante brasileño que no paró de golpear la puerta de su habitación hasta hacerle temer que la vejez de la estructura haría que toda la cabaña se cayera si no seguía las órdenes del latino para ponerse de pie y preparar sus cosas para un "pequeño paseo".

Claro que ahora se arrepentía completamente de no haber dejado que la cabaña se le viniera encima, pues de otro modo, ahora no tendría que vivir la tortura de subir una montaña a la que ya no le veía inicio ni final, en parte por lo espeso de aquellos árboles y plantas en el camino, y por otro lado podía agradecer a lo borroso de su visión actual, sintiendo que veía en blanco debido al esfuerzo sobrehumano que ahora hacía por continuar subiendo y seguirle el paso a aquel latino que ya iba varios metros por delante de él.

El pulso de su corazón jamás había llegado a esa velocidad, sentía que el aire de la tierra dejaba de ser suficiente, y no de la buena forma, pues ahora mismo el motivo por el que ni siquiera era capaz de respirar o mantenerse de pie por más de algunos segundos, era el cansancio extremo de su cuerpo y su pésima condición física que hasta el momento jamás le había dado importancia.

Se detenía cada tantos pasos para respirar profundo y tratar de recuperarse antes de seguir por unos metros más, mientras que en él crecía algo de resentimiento y hasta envidia por tener que ver al latino que le llevaba la delantera, aquel que se detenía para esperarlo junto a una sonrisa burlona, cargando con las mochilas de ambos mientras que él no soportaba su propia existencia.

- Vamos, ya no falta tanto - Mencionó Brasil en palabras de apoyo, pero sin dejar de parecerle divertido el poco aguante de aquel asiático

- E-Es.. fácil deci..decirlo c-cuando.. - Japón tomó mucho aire tratando de articular bien esta oración - Cuando has.. hecho esto.. p-por años

- Si te rindes ahora aún podemos regresar - Soltó conociendo bien los efectos que palabras como estas tenían en el japonés, quien se pronto volvió a caminar hacia él, arrebatándole su mochila antes de adelantarse para hacerlo reír

Sin embargo, esta iniciativa no le duró más que un par de minutos, volviendo rápidamente al mismo estado de antes.

Pero aún con esto, Japón no iba a rendirse, no quería, no iba a permitir que las provocaciones de Brasil se volvieran realidad, su orgullo no iba a perdonárselo.

Continuó subiendo aquella pequeña montaña con gran dificultad, negándose ahora a demostrarle a aquel latino cuan cansado estaba o lo débil de su cuerpo. No se detuvo, continuó por el sendero mientras se apoyaba de los troncos de aquellos árboles al rededor de él, mientras que terminaba ya con su segunda botella de agua.

Sin embargo, era obvio que aún con su persistencia mental, nada cambiaría su estado físico, así que por más que quiso mantenerse de pie y firme en el paso, llegó un punto en el que simplemente sus piernas no dieron más y sólo se dejó de caer de rodillas sobre el césped antes de recostarse sobre éste mientras que su pecho subía y baja con su respiración irregular, haciendo que Brasil se acerca a él con una clara expresión de "Te lo dije".

- S-Sólo.. Un minuto.. - Pidió entre suspiros y largas bocanadas de aire, todo mientras el brasileño lo veía desde arriba bloqueándole el sol

Brasil extendió su mano hacia japonés, pero éste simplemente apartó la mirada, cosa que le hizo suspirar hondo antes de agachar su cuerpo, buscando quedar más cerca de aquel asiático.

- Nueve meses para amarte - Mexusa Countryhumans -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora