5. Relaciones (des)perfectas

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[Pov. América]

Hoy iba ser un buen día, y debía convencerme de ello. 

Hacía apenas un par de días que Finlandia me había dicho sus planes de irse a Polonia por algunas semanas, y admito que eso había despertado en mí una gran cantidad de emociones, que junto a la angustia con la que yo ya cargaba por mi embarazo, tenía mi mente hecha un caos hasta el punto de ni siquiera dejarme dormir. 

En el poco tiempo que me quedaba, podría pensar en cómo darle una solución a todo; elegir qué hacer antes de que mi esposo se aleje y me sea imposible involucrarlo. Esa debía ser mi misión ahora, pero por dios que no haría ni una mierda de eso.

Ese día por la mañana cuando Finlandia salió a su última junta en territorio americano, puse música por toda la casa, lo suficientemente alta como para no escuchar ni mis pensamientos, e hice cualquier cosa que me distrajera para no enfrentar lo que me preocupaba. Y debido a que mi consumo de alcohol y narcóticos había quedado suspendido por los próximos nueve meses, no encontré otra cosa que me ayudara más que limpiar mi casa de arriba a abajo.

Comencé con la primera planta, sacudiendo muebles y limpiando el piso, aún cuando realmente no era mucho trabajo debido a que mi esposo ya tenía la costumbre de hacer el aseo por las noches. Después, decidí también encargarme de la cocina, lavando platos, reacomodando la alacena, e inclusive preparando el almuerzo... Sí, era sólo sopa instantánea y albóndigas en lata, pero a mí me gustan, y al menos esta vez no le prendí fuego a nada.

Cuando la oficina y la pequeña biblioteca de la casa estuvieron limpias decidí subir al segundo piso, en donde de nuevo traté de hacer lo mejor que pude con cada cuarto, a excepción de la habitación de invitados, que era donde Finlandia había estado durmiendo los últimos meses... Al inicio quise entrar por curiosidad más que otra cosa, pero preferí no hacerlo después de todo para evitar más problemas.

En lugar de eso, decidí encargarme de lo que probablemente era el sitio más desastroso de toda la casa.. Mi propia habitación.

- En efecto... esto da asco - Pronuncié con las manos en la cintura apenas abrí la puerta de mi recámara

El orden jamás había sido mi fuerte, y aunque mi esposo siempre había sido mi incentivo para mantener todo un poco más arreglado y que él se sintiera cómodo, desde que dejamos de compartir habitación realmente había dejado que el desorden se acumulara tanto dentro de mí como en la habitación que antes lucía impecable, pero que ahora tenía ropa regada por todo el piso, platos y papeles en el escritorio, todo mi maquillaje y productos para el rostro regados en mi mueble, sin mencionar el desastre del closet....

Me tomó horas y horas ordenar el cuarto, llevándome todo el día tratando de arreglar el caos que había formado en semanas en menos de medio día.

¿Resultado? Limpiar una parte y luego rendirme a la mitad de todo.

Realmente quería terminarlo, pues sabía que una vez que me quedara en silencio sin nada que hacer mi cabeza se encargaría de complicarlo todo para mí, y devolvería la culpa que me había esforzado por evitar.

Pero después de las casi seis horas que me tomó limpiar el cuarto y vi que aún no me faltaba el closet decidí dejarlo todo rápidamente. 

Sólo llegué a poner en un sesto la ropa que no había lavado y bajar un par de cajas que guardaba allí supuestamente para sacudirlas y reorganizarlas; sin embargo, debido a que ninguna estaba etiquetada y llevaban más de dos años que Finlandia las puso allí, realmente yo no tenía idea de qué guardaban, y después de mi inevitable rendición decidí que revisar su contenido sería mi nuevo método para distraerme. 

- Nueve meses para amarte - Mexusa Countryhumans -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora