Peeta

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Mi visitante misteriosa trató de retorcerse para salir de debajo de mí, pero la cubrí completamente, sujetándola a la cama. De ninguna manera la dejaría ir hasta que le diera el Gran O Número Cuatro. Así que empujé dentro de ella, literalmente aprisionándonos juntos. Dios, se sentía bien. El apretado, húmedo y caliente ajuste de su coño era nirvana puro.
No creerías que el interior de una mujer pudiera sentirse tan diferente de otra. Pero era así. Santa mierda, ella diferente. Se sentía mejor que cualquier otra mujer que me dejó entrar a su cuerpo.
Afiancé mi agarre en su sedoso cabello, porque tenía que aferrarme a algo y también porque me encantaba la forma en que parecía excitarla. Luego empecé a empujar con más intensidad. Dejó salir un sonido de sorpresa y jadeó más fuerte, cada vez más cerca de ese siguiente orgasmo por el cual estaba tan hambriento de reclamar. Podía decir por la tensión en cada músculo de su cuerpo, que se hallaba a segundos de correrse. Cuando echó la cabeza hacia
atrás, hundí los dientes en los músculos fuertemente tensos de su hombro, deleitándome con su cercana explosión. Se escuchaba bien al venirse. Muy bien.

—Supe desde el segundo en que entraste en esta habitación que no eras Kelly —murmuré en su oído, y luego presioné los labios contra su sien porque el olor familiar de su cabello hacía que mis bolas se tensaran—. Pero eso está bien.
Me gusta follar a una desconocida.
Sin embargo, eso era mentira, ya que para nada lo sentía como si follara a una desconocida. Lo que me gustaba era imaginar que pudiera ser quien yo quería que fuera, no quién era realmente.

—No saber quién eres solo lo hace más caliente. —Imaginar que era
Katniss era lo que lo hacía más caliente. Y solo así, ella se vino. El pequeño músculo caliente apretando mi polla se estremeció y estrechó, y no pude contenerme. Me vine en ella, moliendo mis caderas en su trasero mientras me introducía tanto como podía y dejaba ir todo. Enterró su cara en mis sábanas y gritó. Sentí surgir mi propio gemido, por lo que mordí la parte trasera de su hombro de nuevo y deslicé las manos por sus brazos hasta que llegué a sus dedos mientras se agarraba de las sábanas. Luego cubrí sus manos y agarré las sábanas junto con ella.
La tormenta nos recorrió, y la sostuve de esa manera mucho después de que terminó.
Quería besarla. Quería colocarla sobre su espalda para poder presionar mi pecho contra sus tetas y sellar mi boca en la suya, separar sus labios y humedecer mi lengua contra la suya. Quería saborearla y compartir nuestras próximas mil respiraciones juntos. Lo cual me asustó hasta la medula. Porque
nunca quise besarlas. No era así de dulce y tierno con ellas.
Y eso significaba que sabía que ella era diferente. Ella era...
Se movió debajo de mí.

—Bájate.

—¿Qué? Auch. Mierda, mujer. —Hizo su trasero hacia atrás, sacándome de su interior y golpeando mi estómago. No dolió pero me sorprendió lo suficiente para levantarme—. ¿Qué demonios?
Quise llegar hacia ella, pero era como una pequeña artista del escape cuando quería serlo. Salió disparada de la cama y se apresuró hacia la puerta mientras mis dedos solo agarraron el aire fresco.

—¡Oye! —Atrapé un codo, pero no conseguí sujetarlo lo bastante bien
porque inmediatamente se liberó. Sus zapatos resonaron por el suelo antes de que la puerta de mi habitación se abriera de pronto y luego se cerrara de golpe.
La escuché correr por el pasillo y también el golpe en la puerta de entrada. Liberando un largo suspiro, me coloqué de espaldas y miré hacia el oscuro techo, básicamente viendo nada.

Lo que acababa de pasar fue... sí. Eso fue otra cosa.

Supe que no era Kelly de inmediato. La falta de risitas y plática constante fue mi aviso. Luego ella dejó escapar que nunca estuvo conmigo. Sin mencionar los rumores sobre que lo hacía en la oscuridad y por detrás, sin embargo, me hizo saber que tenía que ser alguien del grupo de Kelly.
Estuve un poco aburrido últimamente, por lo que empecé este juego en el cual follaría en una posición específica a cada chica del mismo grupo. Por ejemplo, follé a todas las hermanas de la fraternidad Alpha Delta Pi en la
posición vaquera inversa. Las de carrera de enseñanza eran estrictamente oral.
Y las seguidoras de los atletas conseguían el estilo perrito. De esa modo, cuando hablaban entre ellas, todas se daban cuenta que las follé de la misma manera, y comenzaban a pensar que tenía algún raro fetiche, o algo así. No sé por qué puse en marcha un juego tan extraño que me involucraba,
pero me divertía bastante joder con sus cabezas. Así que, ese es el por qué asumí que mi nueva visitante de media noche era otra seguidora de los futbolistas...

Perfecto Y Casual.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora