Peeta.

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Las cosas cambiaron después de esa noche. Y no fue solo porque terminé
la universidad, me puse una toga y un birrete y caminé a través de una línea estúpida para que mis padres pudieran tomar un montón de fotos de mí dándoles la mano a algunos idiotas importantes. Me sentía... diferente. Mis aplicaciones fueron enviadas, mi futuro estaba abierto para explorar, sin embargo, temía salir de Ellamore más que nunca. Y todo era debido a una pequeña chica sexy y descarada que había volteado mi mundo al revés.
Ciertamente, no ayudaba que a ella le gustara joder conmigo en el peor
momento posible, tampoco, como el pequeño mensaje sexy que me envió antes de que comenzara un turno en el club en la noche de chicas.

Solo quería que supieras que estoy tomándome en este momento e imaginando que es tu lengua.

Las gafas que suponía debía estar apilando detrás de la barra fueron de inmediato olvidadas. Gemí, duro como una roca cuando comencé a escribir mi respuesta.

–Tienes una boca sucia, pequeña. Sé exactamente lo que necesitas
para limpiarla.

–Entonces... ¿69?

Negué con la cabeza cuando el deseo me recorrió. —Descarada —
murmuré en voz alta. Empecé a escribir de nuevo cuando una voz detrás de mí me sobresaltó hasta la mierda.

—Guau, ¿quién te está enviando mensajes que tiene tanta de tu atención? Me di la vuelta para mirar boquiabierto a Noel. Luego aspiré.

—No es de tu maldita incumbencia. —Bajé mi rostro al mensaje, pero ahora el momento fue arruinado por el hermano mayor.

—En serio. —Noel intentó agarrar mi teléfono, pero fui más rápido,
manteniéndolo lejos de él. Su mirada saltó a la mía—. ¿Quién te está mandando mensajes? ¿Por qué no quieres mostrarme?

—Debido a que es tu hermana. —Usé una de mis típicas respuestas
sabelotodo porque, infiernos, no lo sé. Eso es algo que yo diría, y... mierda, no creí que realmente me creyera.

Escribí: Vuelve a usar esa cosa roja otra vez. Quiero arrancártelo... con
mis dientes esta vez. El bastardo me clavó un puño en el estómago y sacó el teléfono de mi mano. Me doblé, gimiendo. Cuando me enderecé tanto como pude, agarrando mi vientre, me di cuenta que un Noel de aspecto preocupado había hecho una pausa para mirarnos. Sus ojos estaban muy abiertos, porque
sabía que no había estado mintiendo sobre la hermana de Noel. Sin embargo Katniss nunca me enviaba mensajes provocativos desde su número personal. Ella todavía usaba el número de Visitante Nocturna. No estoy seguro por qué, pero tenía que admitir que siempre estaba caliente al ver ese
nombre emergente. Eso me decía que iba a leer algo explícito y sexual. Por el momento, estaba doblemente contento de que ella lo hiciera, porque acababa de salvar nuestros culos de la ira de Noel Everdeen.

Él se rió cuando empezó a leer nuestra correspondencia privada.

—Pervertido —murmuré, agarrando mi teléfono y mirándolo—. Éstos no estaban destinados para tus ojos, imbécil. Noel alzó las cejas con sorpresa.

—Era tu amiga Visitante Nocturna.

Rodé los ojos. —¿En serio? No tenía idea. Puso sus manos en sus caderas, con el ceño fruncido. —Pensé que habías dicho que no te pusiste en contacto con ella.

—Bueno, supongo que todavía le mando mensajes. ¿Por qué te importa?

—No me importa. Solo me sorprende que estés siendo tan reservado al respecto.
Con una risa, sacudí la cabeza.
—No estoy siendo reservado. ¿Desde cuándo no querer arruinar mi estado de ánimo por interrumpir una conversación caliente me hace ser reservado?

—Ya que por lo general los empujas en mi cara para leer cada maldita
oración. ¿Qué pasa contigo, hombre? Siempre das detalles, usualmente más de los que quiero, para empezar.

Perfecto Y Casual.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora