Katniss

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Un hombre con un letrero que decía "Peeta Mellark" nos esperaba
cuando bajamos del avión.

Sosteniendo mi mano, Peeta comenzó a detenerse cuando lo vio. — Hola —dijo con vacilación.

El pequeño hombre rellenito levantó la mirada hacia él. —¿Señor
Mellark? Luego Peeta contestó—: Eh, sí... supongo. —El hombre sonrió y le tendió la mano.

—Lance Stanley. Soy de Booker y Finch, y por consiguiente quien los
lleve al hotel.

—¿Tú... nos llevarás? —La sonrisa de Peeta cayó mientras me miraba y
luego a Zwinn—. Yo no... esto es... inesperado. Solo... supongo que pensé que tendría que encontrar el camino hacia el hotel por mi cuenta.

—Oh no, señor. Este es el servicio completo con la experiencia de la
entrevista. ¿Y puedo decir que es un honor conocerlo? Todo el mundo habla de su portfolio desde que recibieron la solicitud.

—¿En serio? —Peeta parpadeó antes de sacudir la cabeza y aclararse la garganta—. Quiero decir, gracias. Eso es... genial.
El señor Stanley se giró hacia mí.
—Y usted debe ser la señora Mellark. Reconozco su cara por algunos de los dibujos libres que su marido añadió a su portfolio.

—Tú... —Demasiado atónita para dejar pasar la parte de señora Mellark, levanté la mirada hacia Peeta, pidiéndole ayuda. Intervino, levantando la mano y sacudiéndola.

—Oh, no. Ella no es...
quiero decir... todavía no. Es...
—Me miró con expresión desesperada—. Es mi prometida.

Mis ojos se abrieron y lo miré boquiabierta. Agarró más fuerte mis dedos.

—Está bien que la haya traído, ¿verdad? Me disponía a pagar de mi bolsillo todo lo de ella...

—Oh, seguro. Claro. —El señor Stanley despidió las preocupaciones de Peeta—. Por supuesto, puede venir para revisar el área, y dar su aprobación. Felicidades por su futuro matrimonio, señora.
Cuando el hombrecito me envió una sonrisa, le di una débil sonrisa en
respuesta.

—Mmm... gracias. Fue...
—Mire a Peeta—, toda una sorpresa.

El señor Stanley se inclinó para guiñar un ojo. —Las mejores propuestas lo suelen ser.

—Luego se enderezó y se giró hacia Peeta—. La zona de recolección de equipajes está por aquí. Peeta asintió y tiró de mí mientras seguíamos al señor Stanley. Después
miró hacia atrás con una mueca de disculpa hacia Zwinn, por abandonarlos. Quinn levantó un pulgar, haciéndonos saber que hallarían el camino al hotel,
sin problemas.

Y así empezó nuestra noche de vino y cena como una casi pareja casada
por los futuros empleadores de Peeta, aunque nos enteramos durante el postre que el señor Stanley era más un secretario ensalzado que un ejecutivo real con
la autoridad de contratar a Peeta. La peor parte fue que intentó venderme la ciudad a mí, hablándome de todas las ventajas de vivir cerca del lago. Peeta le siguió el juego, diciéndole que yo era una estudiante de cinematografía, lo que iluminó la cara del pobre hombre. —Bueno, California es el mejor lugar para ese tipo de carrera. Vendrías al área perfecta con seguridad.

—Por lo tanto, ¿todos sus créditos se transferirían sin problemas si ella
viniera aquí el próximo semestre? —preguntó Peeta, pareciendo interesado en la respuesta.
Le envié una extraña mirada, que ignoró completamente.

—Estoy seguro que sí.

Para el momento en que el señor Stanley nos dejó en el hotel por la
noche, mis nervios se hallaban completamente hechos polvo. Silenciosamente seguí a Peeta a la habitación después de registrarnos, y no dije nada hasta que metió todas nuestras maletas dentro de la suite y cerró la puerta. Después me
quedé ahí, mirándole mientras dejaba el equipaje en la cama y de inmediato se dirigía a la ventana para echar un vistazo a las vistas.
Finalmente, rompí el silencio. —¿Te importaría decirme que demonios
acaba de suceder? Miró hacia atrás e hizo una mueca.

Perfecto Y Casual.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora