Peeta

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Mis manos no dejaban de temblar mientras llevaba a Rubia de nuevo en nuestro apartamento. Dejó de llorar, pero todavía temblaba hasta la médula. Katniss debió irse con alguien al club y alertó a Quinn del problema, porque él me llamó mientras llevaba a su mujer a casa del hospital... sin Katniss.
Le dije que nos encontrara aquí, así Rubia podría explicárselo todo, y
luego colgué, porque no podía hablar. Rubia debió de entenderlo. Me había mirado tan pronto como Katniss se precipitó fuera de la habitación del hospital, y dijo—: Tienes que ir tras ella.

Simplemente apreté mi brazo alrededor de sus hombros. —¿De verdad quieres que te deje aquí sola... así? Con un estremecimiento, miró al doctor y luego susurró—: No —con los labios blancos.

—Entonces buscaré a Katniss después —le dije. Pero mierda, era tarde, y estaba muy ansioso. No podía dejar de recordar la mirada devastada en su rostro cuando grité esa mierda sobre el aborto.

Era un maldito idiota.

—Yo... yo voy a ir a mi habitación —me dijo Rubia, en voz baja y asustada. Asentí, pero en el último segundo, la agarré y le di un último abrazo, y un beso en la cima de la cabeza.

—Vas a estar bien, chica. Sé lo determinado que puede ser Hamilton. Y no dejará que nada te suceda a ti ni a tu bebé, ¿de acuerdo? Me miró con sus ojos verdes lloroso.

—Yo tampoco —prometió—. Pero
gracias. Gracias por la tranquilidad, y por estar conmigo. Sonreí y la dejé ir. Segundos después que desapareció en su habitación, la puerta se abrió y un Ham sin aliento irrumpió en el apartamento.

—¿Dónde está Zoey? ¿Qué pasó? ¿Se encuentra bien?

—Se encuentra en su habitación. Ella te dirá todo. Me tengo que ir.

—Espera. —Sujetó mi brazo cuando llegué a la puerta—. ¿A dónde vas?

—Tengo que encontrar a Katniss.
—Empecé a caminar por su lado, solo para hacer una pausa y darle un puño ligeramente contra su hombro—. Y, por cierto, felicidades.
Sacudió la cabeza, completamente confundido. —¿Eh? Le sonreí mientras salía de la casa, pero tan pronto como cerré la puerta,
la preocupación llegó de nuevo. Joder, ¿cómo conseguiría que Katniss me perdonara? Vi la desolación en su rostro; la lastimé mucho. Llegué a la casa Noel en cinco minutos, cuando quizá debería haberlo hecho en diez. No me molesté en golpear, sino que corrí a la parte trasera y abrí
la puerta. Cuando me metí en la cocina, fui abordado de inmediato.

—Gran... idiota. —Colton frunció el ceño una fracción de segundo antes
de echar hacia atrás su brazo y golpearme justo en las pelotas.
Tomé una respiración profunda cuando el dolor explotó a través de mis testículos, revolviéndome el estómago y casi haciéndome vomitar por todo el suelo. Me puse de cuclillas, ya que colapsaron mis rodillas, y me tragué un gemido.

—¿Qué demonios le hiciste a Katniss? —exigió Brandt mientras retiraba su propio brazo. Cuando me golpeó en el ojo, apenas lo sentí; mis testículos seguían acaparando todo el dolor.

—¿Qué demonios? —jadeé, sentado en el suelo y descansando mi espalda contra la encimera, mientras me acunaba mi dolorido ojo e hinchadas pelotas.

—Dijiste que si alguien alguna vez molestaba a Katniss, debíamos
lastimarlo donde más le doliera.

—Bueno, felicitaciones. —Todavía quería llorar de agonía, pero me las
arreglé para no derramar las lágrimas—. Tuviste éxito. Mierda... porque eso de verdad dolió, maldita sea. Colton, se acercó a mí, con cara de preocupación. —¿Estás bien?

—No —gruñí—. Vine aquí para asegurarme de que Katniss estuviera bien, y ustedes me dieron una paliza, pequeños hijos de puta. ¿Cómo creen que estoy?
Ahora Brandt comenzó a lucir demasiado inquieto —¿Quieres decir que no eres el que la hizo llorar? De ninguna manera podría contestar eso, por lo que dije—: Ayúdenme a colarme a su habitación para que pueda arreglar todo esto de nuevo. Los dos hermanos se miraron el uno al otro antes de que se volvieran hacia mí. Luego extendieron sus manos al mismo tiempo, con las palmas hacia
arriba.

Perfecto Y Casual.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora