Katniss

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Cinco minutos más tarde, Zoey se abría paso entre la multitud con la
sonrisa más grande en su rostro.

—¡Lo hice! Conseguí su celular. —Se veía tan emocionada y orgullosa de
sí misma que era adorable—. No puedo creer que lo hice. Me siento como una rebelde en este momento.

—Oh, cariño, lo eres. Lo eres demasiado. —Me froté las manos—. Ahora dame.

Me entregó el celular. El plástico liso se sentía fresco en mis manos.
Parecía cualquier otro teléfono inteligente con una cubierta azul claro. Pero se sintió casi electrificado en mi tacto, como si su superficie santificada crepitara
contra mis dedos.

Este era el teléfono de Peeta.

Sí, yo era jodidamente tonta por celebrar el solo sostener su teléfono. Pero no me importaba. ¡Estaba sosteniendo su teléfono!

—No vas a cambiar el número de nadie, ¿verdad? —preguntó Zoey.

—¿Qué? No. Por supuesto que no.
—Al darme cuenta que me veía como una persona espeluznante, me aclaré la garganta y encendí el teléfono antes de apretar el botón de inicio. Cuando lo encendí, apareció una solicitud de contraseña. Gemí. ¿Pero qué demonios? ¿En serio protegía su teléfono con una contraseña?

¡No!

Eché un vistazo a Zoey. Levantó la mirada y se mordió el labio con simpatía.

—¿Alguna idea? —pregunté.

—No. Pero no lo imagino teniendo una contraseña difícil. Es tal vez algo así como uno, dos, tres, cuatro.
Asentí. Sí, eso parecía propio de él. Lo marqué. Nada.
Después de pensarlo un segundo, intenté otra.

—Demonios. Esa tampoco.

—¿Qué has intentado? —preguntó Zoey.

—Seis, siete, tres, seis. Ya sabes, los números de Peeta.

—Oh, sí. Eso es lo que Quinn pone en su contraseña, pero ya sabes... el
utiliza nueve, seis, tres, nueve por... Zoey. —Se sonrojó y sonrió hasta que sus ojos se abrieron—. ¡Oh! ¿Puedo probar uno? Fruncí el ceño sospechosamente pero le pasé el teléfono.

—Vale.

De inmediato pulsó cuatro números. Tristeza entró en su mirada, pero
luego asintió. —Estoy dentro.

—¿Qué? ¿En serio? —Me incliné para ver la pantalla de inicio con un
fondo temático del fútbol americano. Mi estómago se lanzó con entusiasmo y decepción porque ella lo conocía mejor—. ¿Qué números usaste?

—¿Qué? —Ella frunció su rostro rápidamente, con los ojos muy abiertos por la culpa.

Me aparté, frunciendo el ceño. ¿Qué demonios trataba de esconderme?
Antes de que pudiera acribillarla con preguntas, sin embargo, el teléfono sonó en sus manos. Gritó y casi lo dejó caer. Tuvo que buscar a tientas para que no se deslizara entre sus dedos, pero una vez que lo tuvo firmemente de nuevo en sus manos, su rostro se drenó de color.

—Oh Dios mío, está sonando. ¿Qué
hago?

—¡Siléncialo! —susurré, mirando a su alrededor con la esperanza de que nadie escuchara el timbre distintivo "We want some pussy" de  Live Crew.

Pero el lugar era tan escandaloso y el karaoke era tan malo, que no creí que tuviéramos un problema con que alguien escuchara mucho de lo que hacíamos aquí en nuestra esquina privada. Zoey, sin embargo, continuó frenética. —¿Cómo lo apago? No sé dónde...

—Sus palabras se cortaron cuando su atención se centró en la pantalla. Y solo así, toda su cara se iluminó—. Oh, es Quinn. Presionó Responder y llevó el celular a su oreja.

Perfecto Y Casual.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora