Peeta no se puso en contacto conmigo después de la visita de Sander. Esperaba un mensaje, una llamada, algo esa noche. Estoy segura de que había mucho que quería decir, como: ¿Qué demonios
viste en ese imbécil? O: Maldición, por favor, dime que soy mejor en la cama, o estoy mejor dotado, que él.
¡Cualquier cosa! Pero, no, no me contactó. No sabía con seguridad lo que eso significaba. Quería hablar con él, me moría por decirle que observarlo jugar con Sander fue sexy. Me recordó a un gran león paseando, o una pantera, uno de esos enormes gatos salvajes, del tipo
que no solo golpeaba a su presa, sino que jugaba con ella primero, separándolo miembro por miembro. No tenía idea de por qué pensé que era caliente, pero lo hice.
Así que ahora, quería saber si se sentía tan disgustado por mi elección pasada de novios que iba a terminar conmigo, o qué. ¿Por qué jodidamente no me hablaba? Ir de múltiples mensajes de texto a nada me aterrorizaba. Cuando finalmente me envió un mensaje quince horas después de echar a Sander de mi patio trasero, estaba un poco demasiado asustada para leer su mensaje. Y si decía algo como: ¿Necesitamos hablar? No quería tener una de esas conversaciones. Todavía no había terminado con él. Pero me puse mis bragas de chica grande, o al menos mis bragas de chica universitaria, y abrí un ojo para leer de esa manera. Cuando vi que decía: Vamos a salir hoy, abrí el otro ojo.—¿Eh? —En lugar de responderle el mensaje, marqué su número—. ¿De
qué demonios hablas? —pregunté tan pronto como contestó.—¿Qué quieres decir? No era una pregunta compleja. ¿Quieres salir o
no?—¿A qué te refieres con salir?—Salir —repitió, sonando aturdido—. Como... afuera. Al exterior. Salir
en público. Simplemente... salir.—Pero... qué... no podemos salir.
—¿Por qué no?
—¡P-porque no! —farfullé—. ¿Qué pasa si alguien nos ve y se lo cuenta a Noel? Demonios, ¿qué pasa si Noel nos ve?
—Lo juro, Noel es la única persona que queda en la tierra que no sabe
acerca de nosotros, y estoy empezando a preguntarme por qué no lo sabe. Mi boca se abrió. ¿Acababa de decir lo que creí que dijo? —¿Qué estás diciendo? ¿Quieres contárselo?—Bueno, con el tiempo, sí.
—¿P-p-pero quieres contárselo ahora? Suspiró antes de contestar. Luego dijo—: Digamos que estoy listo para decírselo siempre que tú lo estés.
Oh, Dios mío. Mi estómago se revolvió con nervios repentinos. Me
imaginé a Noel golpeando a Peeta en la cara sin parar hasta que mi novio aterrizara en el hospital. El miedo se aferró a mi garganta, y mis palmas pasaron de sudorosas a frías por el pánico. —¿Así que estás listo para decírselo?—No —dijo seriamente—. Solo estoy listo cuando tú lo estés. Negué con la cabeza. —Esa no es una respuesta.
—Bueno, supéralo, porque es la única respuesta que te voy a dar.
—Bueno, vete a la mierda. No me gusta ser puesta en la posición donde soy la que toma esta decisión.
—Bueno, no me gusta esta conversación, y punto. No te llamé para pelear. Simplemente quiero pasar el puto día contigo porque no te pude ver en toda la noche. Estoy irritable y celoso después de conocer a ese imbécil con el que solías salir, preocupándome como loco de que estés dudando de tu relación conmigo después de verlo de nuevo, y solo quiero pasar el maldito día contigo. ¿De acuerdo?
Tenía diarrea verbal o algo así. Comenzó a vomitar las palabras hasta que tuvo mi cabeza dando vueltas. Finalmente levanté la mano y dije—: Espera. ¿Por qué siquiera pensarías que dudaría de nuestra relación después de verlo?—No lo sé —murmuró—. Fue tu primer amor, o lo que sea. Las chicas se ponen sentimentales y esa mierda cuando se trata de su primer amor, ¿no?
Bueno, sí. Sí, lo hacíamos.