Me senté en la cama de Peeta con una pierna debajo de mí y la otra
colgando a un lado mientras lo veía sacar una chaqueta de vestir de su armario, y luego toser cuando quitó el polvo acumulado de las hombreras.-Será mejor que consideres llevarlo a la tintorería antes que vayas a tu entrevista -sugerí, intentando no reírme... y fallando.
Me miró con el ceño fruncido. -Ah, ¿eso crees? Sacudí mi cabeza, las risitas salían de mis labios cerrados. -¿Cuándo fue la última vez usaste esa cosa? Lo miró con repulsión.-Creo que para mi graduación en la secundaria.
Espera, no. El hermano de mi abuelo murió hace tres años. Tuve que usarlo para el funeral.
-¿Y en verdad crees que te entrará? -Enarqué mis cejas, sin creerlo.
-Oye, ¿me estás diciendo gordo, mujer? -Se avecinó sobre mí con el
ceño fruncido e indignado, lo que me hizo sonreír.-¿Gordo? Dios, no, pero imagino que sacaste un par de músculos
nuevos durante tu carrera universitaria al jugar fútbol. Como esta mísera y pequeña tabla para lavar de aquí. Cuando humedecí mis labios y pasé mis dedos por su abdomen, se movió más cerca.
-¿Por qué tengo la sensación de que esto no se trata de tu preocupación de que me entre el traje, sino de que quieres verme desnudo?-Oh, pero estoy muy, muy preocupada de que entres en tu traje -murmuré, levantando la mano para desabrochar su pantalón y luego, con lentitud, bajar el cierre-. Ver que te desnudas para probártelo es solo un beneficio extra. Gruñó y agarró mi cabello cuando me incliné hacia adelante para besar sus abdominales sobre su camiseta.
-Maldita sea, amo tu boquita sucia.
-Apuesto que amarás de verdad la pequeñita cosa que quiero hacer con ella.
-Demonios, sí.
Comencé a levantar su camiseta para sacarla de mi camino cuando Zoey apareció por la puerta abierta.
-Oigan, la pizza ya llegó... Oh, Dios. -Cuando se dio cuenta lo que pasaba al entrar, gritó y se cubrió los ojos-. Lo siento, lo siento. Creí...
-Ni siquiera se molestó en terminar la oración mientras
empezaba a salir del cuarto.-Saldremos en un minuto -le dijo Peeta-. Hasta entonces, ¿podrías
cerrar la puerta, por favor?-¡Peeta! -jadeé a medida que Zoey levantaba el brazo y buscaba a tientas el pomo de la puerta antes de cerrarla.
-¿Qué? -preguntó, volteándose hacia mí mientras arrojaba la chaqueta a un lado y se metía en la cama conmigo-. Cuando mi chica promete hacerme cosas sucias con su boca, la pizza puede jodidamente esperar.
***
Mordí mi pedazo de pepperoni y gemí con deleite.
-Mmm. Está tan rico.
Peeta me sonrió desde el suelo, donde se hallaba sentado contra mi
pierna con un brazo envuelto alrededor de mi mulso, y murmuró en voz baja-: ¿Incluso mejor que una polla con manchas? Me ruboricé, echándole un vistazo a Zwinn para asegurarme que no
escucharon, pero se encontraban envueltos en su propio mundo en el sillón. Empujé con suavidad su hombro y regañé-: No seas ordinario.-¿Por qué? -Se inclinó para morder juguetonamente mi muslo-.Adoras cuando soy ordinario.
Le mandé un pequeño ceño fruncido. -Solo cuando estamos solos. No parecía afligido. Asintiendo en dirección a Zwinn, dijo-: Como si esos dos siquiera se dieran cuenta que nos hallamos aquí. Se encuentran tan ocupados haciendo bebés con sus ojos.-Te escuchamos -dijo Quinn, frunciéndonos el ceño.
Peeta tomó un bocado su propia pizza. -Bien -soltó, sonando
amortiguado por la boca llena-. Entonces escuchen esto y prométanme que se quedarán fuera de su burbuja de amor este fin de semana lo suficiente para hacerle compañía a Katniss mientras no estoy, ¿vale? Un dolor se esparció por mi pecho cuando mencionó su viaje a Lake Tahoe. La firma de arquitectura le pagó el viaje en avión y alojamiento para volar hasta allá y entrevistarlo para el puesto. Sabía que era la oportunidad de una vez. Cualquiera dispuesto a aceptar un universitario novato y darle los tipos de beneficios y gastar como lo hacían era algo que nadie podría rechazar.
Me encontraba más que emocionada por él, y aun así temía su viaje aún más. ¿Y si obtenía el trabajo? ¿Y si se mudaba lejos y nunca lo veía de nuevo? ¿Y si...?
